El invierno de ser mujer

Anda por la casa intentando descubrir dónde se esconde el frío.
Siembra de brasas el pasillo, el amanecer y sus dudas. Estallan en la casa como pequeños diablitos.
Destino que se consume antes de nacer.
Piensa en los durazneros floreciendo (hace falta soñar un rato para ello)
Es invierno y el cielo es un gato que ronronea sombras y se abraza a la chimenea del vecino. Quien parece gritar su contento por el humo que produce.
Escucha del éxodo de turistas por las vacaciones de verano en España
Nadie se conmueve ante la agonía de ella, fría, desnuda, descalza.
Mujer que tiembla al pensar en la suerte de su limonero y sus frutos a punto de nacer.
 Se cumple la profecía:
                                  Muere la luz y repliega sus alas el sueño de ser una mujer que enciende hogueras en invierno.

Comentarios

Rafael ha dicho que…
Bonito relato que nos dejas para deleite de nuestros ojos y espíritu.
Un abrazo.
Sara O. Durán ha dicho que…
Es conveniente dar con todos los escondrijos del frío, para ver si encarándolo como hace ella, es clemente con los frutos que están por nacer.
Besos, Alicia!
Tiene el espíritu bello de una saga, pero es más oniricidad. UN abrazo. carlos
Armando ha dicho que…
Paso a saludarte y a la vez darte las gracias por tan bellas palabras, siempre llenas de profundo significado Un abrazo y buenas noches.
Luis Madrigal Tascón ha dicho que…
Querida Ali: El frío no se esconde. No lo necesita para lanzar su gélida zarpa a los cuerpos ya casi vencidos y, menos aún, a las almas semiapagadas. El frío, como su antípoda, el calor, no son más que aparentes propiedades de las estaciones metereológicas. Pero, en realidad, pertenenecn al mundo del espíritu. Son estados del alma, que han de ser combatidos desde lo más hondo de ella. Tampoco es estrictamente propio de la mujer, sino acaso al contrario. La mujer es el signo de la fortaleza y es mucho más capaz que el hombre de enfrentarse a esos estados aparentemente climáticos. Y esto, a su vez, es así porque, como el Nilo para Egipto,la mujer es una regalo de Dios a la naturaleza humana. Te sugiero que ni tú ni nadie de quienes están más próximos,intentéis descubrir donde se esconde el frío, en lo que se refiera a ingun lugar del mundo exterior. Tendréis que buscar dentro el calor, por difícil que parezca, para "encender hogueras en el invierno", porque la intemperie más rotunda del invierno son los recovecos del alma. Recibe desde aquí, tan lejos, todo el calor que yo puedo enviarte. Luis.-

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