El cuaderno de mi padre

No me atreví a leerlo hasta que hubo muerto.
Lo llevaba consigo. Parecía ser un secreto. Me fascinaba verlo dibujar cada letra. Se me ocurría que era un mago y que si ese cuaderno no lo cerraba pronto,  las emes se convertirían en palomas, las efes en peces y las eles  en divertidas lagartijas.
Como hombre de campo que era, cada hoja estaba adornada por una flor silvestre que seguramente había encontrado en algún lugar insólito. Señalador precioso que indicaba el día en que sembró el arroz, cuánto obtuvo de la cosecha de trigo y los daños causados por la última pedrada de primavera.
Cuaderno prolijo, su letra preciosa parece una pintura perfecta abrazada a cada renglón.
Marcaba con una estrella los cambios que realizó en el suelo,  con un círculo el fracaso que tuvo con los frutales y una balanza indicaba las diferencias de rinde entre un año y otro.
Hay un espacio de varias páginas sin escribir,sólo la fecha, al final de una de ellas, como una herida de muerte, dibujó una cruz, al margen escribió “hace mes y medio que llueve, el arroz estaba a punto de ser cosechado. Fin del sueño”
Sus manos encallecidas se habrán resistido a seguir escribiendo por un tiempo, quizás con el agua no sólo perdió  la cosecha, su corazón labriego marchó corriente abajo, pero no dejó de inventarnos soles para desmentir su tristeza.
Se fue a trabajar al pueblo, administrador del hospital, fue bueno en su tarea, uno de los mejores, según los recuerdan hoy los que aún viven allí.
Ahí comenzó otra etapa en el cuaderno, sus anotaciones exactas mutaron por lo que él no se animó nunca a confesar y todos creíamos que eran secretos de los que no podíamos enterarnos. Pudo ser el pudor, o el que lo consideraran raro, pero en la segunda parte del cuaderno pude leer las poesías más bellas que jamás he leído.
Ser poeta en aquel tiempo quizás no era bien visto o no era de hombre duro, no lo sé, pero a nadie le dijo que prefería que un árbol cayese del todo a verlo morirse de a poco, y que el escribir para él era como hablar con la tierra con las letras atadas a cada surco, mezcladas con semilla, luna, lágrima, vuelo, sombras, alma, polvo, sangre, vida, sequía, misterio y fuego.

Nadie supo de su última cosecha, la de mi padre, digo. Excepto yo, que encontré su cuaderno como esperando que alguien descubriese  en éste una brújula indicando el lugar exacto del temblor de la tierra, allí en donde sus poemas desnudos, convertidos en pájaros, se preguntaban por un mundo descansando en el silencio. 

Comentarios

LAO ha dicho que…
Me conmoviste Alicia.....
Rafael ha dicho que…
Enternecedor recuerdo el que nos dejas.
Un abrazo.
Luis Madrigal Tascón ha dicho que…
Los padres nunca se van y el tuyo mucho menos, porque por algo fue un sembrador. Ellos están siempre a nuestro lado para recordarnos que la cosecha no se perdió del todo y cada día queda algo pendiente de recoger. Un beso, Ali. Luis.-
esteban lob ha dicho que…
Qué triste debe haber sido para ti, Alicia, acceder al cuaderno ya con tu padre en ausencia, pero a la vez reconfortante y tranquilizador.


¡Sublime es el homenaje a su memoria!
salud equitativa ha dicho que…
cada hombre elige su escudo de armas,
cada hombre elige si las portará o andará sin ellas,
cada hombre elige que sueño soñará y qué aprenderá de él,
cada hombre elige qué sembrará y qué recogerá,
cada hombre se refleja en su consciencia... y a su vez, él mismo es un reflejo de ella...
cada hombre honra su vida como lo hace de sus palabras y sus silencios...
a veces, los sentimientos son letras,
otras veces son cuadernos,
a veces son memorias,
a veces la soledad se extiende hasta lo eterno,
y quien lo descubre,
quien encuentra el valor del otro en su tiempo,
despeja la ecuación de su momento,
descargando el valor de la ausencia... en el recuerdo.
AGOSTO 23, 2014.-
el dispensador...
un abrazo andino.
Joaquín Galán ha dicho que…
Un cuaderno precioso como la vida de su autor.Un bello recuerdo para ti y los tuyos.Enternecedor relato Alicia.

Abrazos.
Leticia ha dicho que…
Exquisita prosa la que nos regalas Alicia, ha sido muy placentero leer cada renglón de el cuaderno de ese árbol (la figura del padre) que prefería verlos morir de pie. Con la fronda buscando el sol...
Un gran abrazo y mis felicitaciones.
Sara O. Durán ha dicho que…
Un hombrazo tu padre, Ali... No podía haber sido de otra forma, para que tu seas como eres.
¡Qué orgullo seas su hija y yo ser tu amiga! Me encantó que hablaras de él. Y la canción es muy bella. Gracias!
Fortísimo abrazo.
Quizás como dices no era modestia, sino mal visto escribir versos...pero en el rebrujo de los años, tu rescatas un tesoro de tu padre...y lo ofreces a todos para que disfruten de la belleza de los versos. Un abrazo. Carlos

Entradas populares de este blog

Pájaros

Tu voz y mis hortensias