En el país de Alicia Abatilli

Para tus ojos la mirada que nombra para tu silencio el recodo de la sombra. Para tu insistencia el camino de la siembra       y por tu espera un ruego que me quiebra.

Vísperas de noches infinitas de ríos que aquietan sus brazos, de tesoros que no serán hallados y de labios que jamás serán besados   Lucha de luces y sombras, algo se pierde entre ellas, creo que es el misterio. El día aún espera ser resucitado.

Cuando un gobierno basa su ejercicio en la limosna social, matando la cultura del trabajo, mata también la dignidad del pueblo y lo convierte en un pueblo de parásitos.

 Una palabra, nada más una palabra. Una palabra que despierte  el día y se coma esta eterna noche. Algo así como un frágil sonido. Que no le haga sombra al alba pero que amanezca en tu voz. Y se cuelgue de la cintura del domingo. Y se suba y se hunda entre mis oídos. Y arrase con todo. Hasta con mis desmentidas. Que no intente huir Se transparente en lo que digo Y con gracia me aliente a beber cada instante Y que vibre en la plenitud de un beso Y sin que me nombres, esa palabra tome forma del mundo en tu sonrisa .

Enmudecí. Cambié mis palabras por días                  que dictaban silencio. Abrí por un rato el telón de lo real. Me vestí con trajes de rutina y juicio. Harta de inventarme cada mañana, decidí regresar a mis viejos anhelos. Los queridos para mí, inaceptables para otros. Fotografía: Atardecer en Córdoba. 2010                       

Hay  que buscarte entre los septiembres, que bajo la tierra sueñan con soles y dejar que duerman en paz tus quimeras,     hasta que el brillo de la vida     y el azul rocío, al fin coincidan. Por el tiempo perdido, despertarás afligida.                                   Te diré: "¡No temas! El día se despereza entre campanas y señala con sus manos florecidas la barca que lleva a tu epifanía"