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Sexo, sexo y sexo

- En tiempo de crisis no se lee poesía, amiga. Hacé como yo, que le encontré la vuelta, escribí sobre el sexo, describí, hablá, nombrá. ¿Te acordás cuando vos me ayudabas para que termine el secundario? No sabía qué hacer con mi vida, tenía 24 años y me faltaba cuarto y quinto aún… y vos con tu paciencia infinita, hiciste lo imposible, parecía que estudiábamos a la par, nunca sentí que me enseñabas, me hacías creer que aprendíamos a la vez - - Eres muy inteligente, Leticia. Todo mérito fue tuyo. Mérito que se demuestra en tu nuevo libro. Tercera edición agotada -  Sobre la mesa de mi comedor está su libro, al cual he leído de un tirón -¿ Qué te pareció, Ali? - pregunta ansiosa, como si de mi opinión dependiese su futuro . - Que tienes razón, en épocas de crisis, se consume todo lo que tenga que ver con el sexo. Si alguien quisiera publicar un libro de poesía, de buena poesía, no sé si llegaría a vender alguno - - Pero… ¿Qué te pareció? - Insiste No quiero herirla, no puedo.

¿Qué tiene de distinto este día?

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Tu imagen

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Puedo intentar detener este día dejar que la noche jamás llegue que el invierno ahogue mi incendio pero no puedo evitar que tu imagen se levante entre todas, blanca y cercana trasparentándose al sentimiento pero presente  hasta en mis gestos.

Cuando escribimos lo oculto

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¿Debe tener sentido todo, todo,  lo que uno escribe? Al menos para uno.  Mejor sería, para todos.  Pero a veces escribimos lo oculto, lo que nosotros no sabemos que existe. Luego,  dejan de leernos, porque nos consideran oscuros. Quizás sea saludable para ellos. Quizás todos escriben pero nadie lee. Y todos escribimos pretendiendo que nos lean. Dejamos de hacerlo, por cansancio, por esperar al otro que nunca llega. Visitamos algunos blogs, dejamos una seña. No devuelven la visita. Se olvidan, esperan que los visitan. Y también dejan de escribir. Dejo la resignación a un lado.  Viene mi abuela, me sube a sus rodillas y me dice que escriba lo que ella jamás se animó a escribir, por no saber cómo, no tener palabras, faltarle letras. Eso que de generación en generación fuimos ocultando. Que escriba sin lágrimas, liberar lo oculto para que al fin se convierta en un pájaro dorado. Apenas fue un sueño, pero serena me tiendo en la hierba fresca y leo en las nubes, los sec

Deseos que no son caricias

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Deslizarme en vos sin que lo notes. Como gota de lluvia que no deja rastro. Vivir el abrirse de todas las flores  cada vez que me miras, sin mirarme.   Quedarme en vos. En tu risa y en tus manos, ellas que saben de vuelos. Dulcísimo tormento que rechazo, pero lo prefiero al extravío. Abandonarme en vos, aunque no lo sepas. Rozarte y que te vuelvas Pero no… Los deseos no pesan y aunque quiera, son deseos, jamás caricias.

Quizás

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Cuando la noche no sea ésta y tus pasos dejen de sonar en mis baldosas, pueda extenderme en la esperanza, caminar como lo hacía antes cuando me apoyaba en tu brazo desconociendo todos los inviernos.

Extraño Hedor

Hace mucho que el rumor comenzó a crecer.  Se decía que sufría de una enfermedad crónica.  La maquillaban de tal manera que nadie se percató de ello. Tapaban sus ojeras, cubrían su delgadez con ropas holgadas y pintaban sus mejillas con un rojo revolución que no le sentaba bien, no hay revolución que valga cuando a los revolucionarios se les paga para que lo sean.  Al parecer la causa de su mal fue un parásito, el cual  penetró a su cuerpo a través de la nariz para alojarse finalmente en el cerebro, desde donde llevó a cabo el daño irreparable   .  Al principio no tuvo síntomas. Pero este parásito se popularizó y fueron millones de parásitos. La fueron comiendo por dentro. Su sangre, sus entrañas, su huesos y luego, como furibundo ejército, atacaron todos juntos su corazón. Sus estudios jamás señalaron el mal, supieron trastocar los valores, mintieron salud cuando acumulaba enfermedad.   Quizás se hubiera podido llegar a tiempo y salvarla, si algún traidor se hubiera dado