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¿Y para cuándo la vida?

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Dejémonos de malos presagios, de doler ausencias que jamás fueron presencia. Que nuestros pasos sólo sean de ida. Tuvo mucho tiempo la muerte para dejar su huella, evitemos intuirla, al menos por un rato. Que nuestros días sean algo más que deseo o una pobre fachada de sueños. Observemos en dónde crecen las nuevas raíces. Penetremos el alma de la tierra y respiremos con ella,  la embriaguez de vivir naciendo. Logremos, al despertar, que en nuestro menú aparezca, la respuesta a esta pregunta:

Regreso

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¿Podemos dejar día  a día, que la alegría nos envuelva? ¿Evitar este andar de engaño, el hombre desangrando su realidad sin anticipar esa dulce sensación de permitir que crezca sobre sus hombros un bello par de alas doradas? Observar el cielo, palpitar el vuelo y recorrer cada nube hasta reconocerla. Sería una forma de regreso, algo así como permitirnos vivir ese milagro que alguna vez creímos muerto.

Ya está

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Dejo las sombras a la deriva, que la noche no venga a fastidiarme. Escondo algunos "te quiero" escritos de incógnito y le digo a mi boca que tus besos no figuran en el último censo. Quizás así, al no saber dónde están, se diga que  ya está, que es tiempo de buscar otros besos, esos valientes, los que andan con su certificado de domicilio en el bolsillo.

Daniel Barenboim: un argentino que propone a la música como puente de Paz.

La música, lenguaje universal, no hay quién pueda ponerlo en duda. Menos si hablamos de este increíble   director de Orquesta,  la  Orquesta West-Eastern Divan, fundada en 1999 por él y el intelectual Edward Said para reunir jóvenes israelíes y palestinos en un ejemplo de concordia intercultural. La música como instrumento de Paz, dicen que la música calma a las fieras, nunca mejor dicho a estas fieras que no entienden que el odio engendra más odio, estalla la violencia, desencuentro que no parece que pueda mediar la razón entre dos pueblos hermanos. ¿Hasta cuándo dejarán que los intereses de países poderosos primen sobre las vidas humanas?  ¿De qué forma podemos evitar que se continúe priorizando a la estupidez humana, a la necedad y la impunidad de los que realmente pudiendo dar fin a este conflicto, no levantan un dedo para ello? Quizás, si nos uniéramos más, si como Barenboim sembráramos nuestra semilla de amor antes que crezca la del odio y la destrucción de los hoy niños y

Carta para Juan

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Ha pasado mucho tiempo desde que nos olvidábamos de todo, pies acompañando la danza del  Uruguay,  creyendo que el mundo se salvaría con los que, como nosotros, intuíamos la redención del mismo. Palabras que hacían la plancha sobre los camalotes , se ondulaban cuando discutíamos sobre música o el arte en general. Eras mucho más joven que yo, pero tenías más seguridad en tus afirmaciones.  Decías que el arte no salvaría nada, sí la ciencia.  Apenas trece años, Juan , y yo callaba ante tu seguridad. Quizás tenías razón, la ciencia explique algún día este embrollo llamado mundo. Yo estudiando el profesorado, vos con las zozobras del secundario, tía y sobrino, pero la edad no importaba.. Quien nos escuchara, pensaría que sólo hablábamos de tonterías. En ese entonces tan serias, hoy quizás nada más que ideas. Ambos temíamos hundir  los pies y descubrir que en el fondo no había arena. El barro nos hubiera decepcionado  con su contacto. De esas charlas junto al río, creo que salió tu

Cuando se inicia la marcha...

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Cuando se inicia la marcha y los ojos dejan de buscar el  siempre, mientras sonríe la distancia, todo parece gritar, hasta el tiempo. Pasos que pueden quebrar el regreso, sal que se hunde en las lágrimas. Olas que borran las huellas. Párpados que no se abren cuando alguien sueña  con un beso.

"El niño con el pijama de rayas"

Quizás muchos hemos visto la película . Nos hemos emocionado y hasta llorado con ella.  Cuando la veo, cada tanto, por alguna extraña razón, no puedo dejar de identificarme con Bruno. Por eso de creer que   en el mundo existe el mal, pero existe en mí la fe que dentro del círculo cercano, el propio, no está. Que nada malo puede sucederme o sucedernos... De allí la lucha.  Sabido es que estamos obligados a elegir y decidir, entre todo, aquello que podemos llegar a atender, aquello que nos produce satisfacción, aquello que nuestra conciencia no puede dejar  que dejemos de hacer. Elegir, por ejemplo, ser cada día menos "Bruno".  Aceptar que estamos solos en este mundo, sin aturdirnos por ello. Solos. Que las personas son libres, y hacen lo que quieren, a nuestro pesar, aunque sepamos que se equivocan. Que estas personas libres son como una manada de animales mansos que serviles, marchan al corral (o al matadero) en donde su amo dispondrá su suerte.  Molesta aque