En el país de Alicia Abatilli

​¿Y quién le dijo a esa paloma que no caerá en su intento de volar?   ​A nada le teme. Como el viento, ella va y va. ​¿Desde cuándo no extiendes tus alas por temor a no saber qué hay más allá?

No hay patria mejor que la del cielo que nos toca, todo el cielo. No ese pedacito que ves ahora.  Si me dejas, te llevo a pasear conmigo, en este barrilete cósmico que se estaciona en tus mañanas, esperando que despiertes

Dejo de evitar a la luna ​y de creer que puedo exorcizar mis lágrimas. ​No hay demonios que se vayan ​mientras te piense. ​ Sueño que soy luciérnaga y que mi pequeña luz es llamarada que da vueltas y se acerca, se acerca, te envuelve como un milagro. Pero no despiertas. Hace tiempo que tu resplandor ​olvidó buscar mis huellas.  

Te detienes en la confidencia de la tarde y te amparas en ella, pero leo tu perfil. Sé que puedes oírme, aunque finjas no hacerlo. Nuestros sueños siguen naciendo a  la par, hasta en el presagio somos fértiles. No me haces falta, seguimos frecuentándonos. Así, sin palabras, ni imposibles. Somos los jamás abandonados, los convertidos en versos, los que crecen sin renunciar al otro, porque nos abrimos a la entrega, aún sin conocernos… Esta poesía la publiqué en el año 2012. Pero hoy, que se cumplen las 850 poesías publicadas en este blog,  quiero regresar otra vez al agradecimiento, de quienes me leen y no dicen nada, o lo hacen pero en silencio. De los que me vienen acompañando desde el 2007. Y de los que se pasaron a otras filas, como las redes sociales y algunos, quizás, a un plano superior. Sin todos ustedes, algunos desconocidos completos, otros con quienes entablé amistad, aún sin conocernos físicamente, sentimos que nos conocemos en profundidad. A to