En el país de Alicia Abatilli

Si vas a leer poesía no lo hagas como si leyeras un diario, como quien lee un cómic o un página de autoayuda en facebook. No lo hagas al borde de una escalera, ni en el baño, ni después de ver esa serie que todos ven porque está de moda. Si vas a leer poesía es mejor que al principio estés solo, o con alguien muy conocido. Porque si el poeta que elijas sabe hablerte, cantarte, besarte y hacerte llorar como todo buen poeta sabe, seguro que preferirás estar solo para que los demás no te cataloguen de loco cuando te vean dar alaridos, cantar y rugir de dolor cuando el poeta mande.

Vísperas de noche infinita, lucha de luces y sombras, algo se pierde entre ellas. Creo que es un milagro.

En toda memoria hay un paraíso. Ese en el que fuimos felices sin percatarnos de ello.

Una ventana cerrada, carbón sin quemar, un ayer quejumbroso y un mañana refugio. Tres milagros que buscan un lugar. Un comienzo que naufraga antes de ser tal. Un nombre, dos palabras, amores secretos, metáforas en el mar.   Cajones de otros, esos que se fueron. Fechas vacías, las despobladas, las sin recuerdos. Un ceibo que sangra tu ausencia, mi niñez y el viejo molino. Todo, todo lo querido. Inventario de un cielo inmenso. Paisajes del alma, invisibles, pero eternos.

Tan cercana como la lluvia y la nostalgia. Distante como el pasado, mucho más el futuro.  Libre, pasajera de una tierra sin nombre. Los paisajes muestran rincones habitados por   fantasmas. Todo parece conocido, pero de un soplo cambian brisas por relámpagos. Un rostro, uno solo le indica que ha llegado. Todo es viento, pero ella (ahora) es luz.