En el país de Alicia Abatilli

Me tiendo bajo las estrellas. La noche llama al rocío, teme que me cierre antes que él llegue.

Parecen pájaros traídos por el viento Palabras que se escaparon de otro tiempo Pretenden anudarse y que las convierta en verso ¡Pobrecitas! No saben que hoy es mi día de silencio.

Todos los días hay un Judas delatándote por centavos Todos los días te niegan, no tres veces, cientos. Todos los días hay millones de niños hambrientos  Todos los días te condenan sin ser juzgado Todos los días mueren ancianos por falta de cuidados. Todos los días alguien evita un milagro Todos los días alguien pierde por ser honrado Todos los días alguien le roba a otro el pan bien ganado Todos los días alguien o algo hace a otro esclavo Todos los días distingues el cinismo de los Pilatos Todos los días bandidos asalariados se ríen de los marginados Todos los días hay una María que llora a su Jesús asesinado Todos los días descubres la mentira, fruto amargo. Todos los días compruebas que nada ha cambiado Todos los días al mirarnos, desvelas el dolor humano y te preguntas, si tu Sacrificio no habrá sido en vano...

¡Buen día! ¡Buen despertar! Todo comienza, hasta la luz parece recién abierta, cruje debajo de las puertas cerradas y crece luego de ellas.

Si digo que en la enseñanza se necesita el orden, no por eso me tildes de fascista. Hoy la palabra orden está devaluada. Piensa lo que ocurre cuando las células se desordenan.

No creo que pueda existir un día para la poesía, pues la poesía no sabe de tiempos, de días, de fechas inventadas. Según una encuesta realizada entre aquellos que dicen leer al menos una vez por semana, sólo el 1% de ellos lee poesía. Creo el 99% restante es porque aún no la ha descubierto.  No saben que la poesía es palabra, mientras exista la armonía en ellas, mientras la humanidad disponga de la palabra, la poesía vivirá en nosotros. Quizás la poesía no es leída, pero es vivida. Quizás asusta a los demás o les cae pesado decir que leen poesía. Pero quien mira el cielo, descubre una forma en una nube, está leyendo poesía.  Sí, es verdad, algunos poetas se muestran acartonados, como idos de este mundo, pero hay otros, como vos, como yo, igual a los demás, pero que temblamos cuando un rayo de luna juega a la rayuela en la ventana.  Por eso, quizás no lo sepas, pero también eres poeta. Y te felicito por ello.               Un abrazo.

El otoño no anuncia la muerte de la flor. La transforma en simiente

Cuando transitas el imperio del silencio, hasta el ruido de los recuerdos molesta.

No le pido permiso  al día para preguntarte,  si te animas, si quieres,  dejar la soledad  para regresar en bicicleta,  al tiempo de la  rebeldía.

Vuelven las rosas a suspirar de amor Pero nadie las besa como antes Hasta el rocío olvidó su adentro perfumado, Sol que abre sus pétalos, pistilo que no sabe de pájaros. No hay quien nos salve si ya nadie sabe a qué huele una rosa en marzo.

Hay un beso en las vocales de beso Duerme allí, en espera Palabra que acuna un beso es palabra que desgarra el silencio Por eso, no es una palabra cualquiera es mucho más, es suspiro, es viento, revelación de algo muy nuestro.

Río. Con los ojos, la piel, el aire. Carcajada que no sale de la boca. No quiero asustarte. Pájaro que comes en calma              sabiendo que no te haré daño. Quién tuviera tu fe, ese saber que recobrarás la libertad sin que yo cierre mi mano.

Hay un hilo invisible por el que subo y bajo empieza en el ahora termina en tu sombra. Hago un nudo en el aquí y tejo una manta con lo no dicho. Justo al medio, lo estiro, lo uno a lo vivido. Desato los reclamos, aseguro el último tramo envuelvo con este hilo todo lo que sea olvido y dejo a nuestros destinos que se hilvanen en un abrazo.

  Quise olvidarme de todo guardarme del viento protegerme del cielo cruzar otro océano Pero todos los horizontes se hacían uno en tu nombre.

Miro desde mi ventana Nadie me ve, pero yo veo al mundo ponerse a mis pies