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Mostrando entradas de junio, 2012

Mis poemas están en espera

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Añoranzas del campo

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El grito de la flor

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Hoy...

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Besos como macachines

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Los cuentos de la tía

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Examen de conciencia

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Debo confesar que no soy perfecta.  Q ue peco de soberbia a veces  y me humillo otras por tonterías.  Me quedo sin argumentos e invento. Odio más de lo aconsejable. Cada tanto,   niego el rostro del mal  y lo tapo con la omisión. No me perdono por ello.       Que no encuentro consuelo  cuando no puedo hacer nada con tanta miseria  y me amparo en la derrota por un rato. Que me olvido de mi búsqueda constante,  caigo a veces en las llamas, elijo el silencio y pacto con la desesperanza. Ciertas tardes me descubro una más del rebaño,  pero despierto convencida que aún puedo cambiarlo todo…

Somos el presente

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Espera al viento

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De todas maneras te amo

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Flechas al viento (3)

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Me pregunto, te pregunto...

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Te pienso...

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Esquela sin destino

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Insiste

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Mensajeros del silencio

Cuando el silencio habla,  su voz es más fuerte que la del viento. Llama a luchar. Defensor de las causas sabias, mira con recelo a los temerosos, no le gustan los dramas, su voz es única, no todos pueden escucharla, sólo los que acostumbran el alma. Los que viven para afuera no pueden lograrlo, es cosa de quedarse quietos hasta oírlo,  algunos lo confundirán con delirio, huirán y se tornarán peregrinos, pero es mejor así, el silencio no tiene tiempo para los que le temen a las palabras, necesita de valientes. Él alimenta su vida con   sueños que son extraños para todos, y se arroja por ellos a la hoguera o rescata y blande aquello que le confesó el presente como el único tesoro por el cual vale la pena arriesgar la vida, sabiendo que su camino tiene dos direcciones, o resplandecer en la gloria o llorar la incomprensión de los demás. Hablo del poeta ¿De quién más podría hablar?

Soy tu deseo y tu huida

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Flechas al viento (2)

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Dolor de ex almacenero

-Desde que ellos llegaron, los gatos se fueron. Por eso pululan las ratas, la madriguera más grande vive entre los rollos de papel higiénico y los fideos de su local.   Ahora compro leche en polvo, es imposible tomar la que ellos venden en sachet, siempre está caliente o fuera de la heladera. Directamente dejé de consumir alimentos que exijan respetar la cadena de frío (lo único frío que hay en ese lugar es la manera que tienen de tratar a la gente) .  Trabajan 25 horas al día, toda la familia, no contratan argentinos, excepto al carnicero, pero imagino que tampoco lo dejan usar las heladeras, a juzgar por el olor a podrido que sale de allí, ya en la góndola de las gaseosas se hace sentir, lo cual no es tan malo, porque gracias a eso pude abandonar mi adicción a la más conocida de ellas y también logré perder unos cuantos kilos. Mi cardiólogo lo aprobará. No te miran a los ojos, nunca lo hacen.  Pueden hacer tres cosas a la vez, discutir el precio con un proveedor, cobrarle a

No sé...

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Flechas al viento (1)

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Comienzo aquí a compartir con ustedes un capítulo de mi libro "Hasta donde llegue el viento", espero no cansarlos.  Mi única intención es hacer más bello, más bueno este mundo, nada más.  Es una manera de combatir el pesimismo que parece imperar en estos tiempos.  Ojalá lo logre, ojalá.  Les dejo un abrazo y un ¡Gracias!, y aunque parezca que me reitero, realmente si no estuviesen allí, éste país no tendría razón de ser,                                                                             Alicia

Vestigios

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Algo queda de todo, algo siempre queda es imposible desmentir las huellas en la piedra tu canción, rumor de hojas cayendo en mi selva Cada tanto, el viento insiste en traerme  una voz oculta,  alguien dice mi nombre,  creo que es tu voz,  hasta que distingo al silencio hablando del ayer. Por eso, deja de esconderte. No es necesario.  Hace tiempo que mi pecho no se extiende al pensarte No rompe en mí la ola de tu recuerdo, ni dibujo un corazón en el café. Ya no te presiento...

Desperté como siempre...

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Sin excusas

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Debo agradecerte, hombre...

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Debo agradecerte, hombre... No el que hayas llegado a mí Ni esa  ternura que descubrí en ti. Tampoco las palabras tan serenas o la sabiduría que  entregas sin vanidad.  Ni tu preocupación por mí, tus cuidados, tus preguntas, interés o tu manera de pensarme, o tu empeño por iluminar mis silencios, ni el sentirme hermosa cada vez que me miras.  Debo agradecerte el permitirme descubrir, que el Universo tiembla en cada abrazo.

Me calla tu ternura...

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