Hay días...
Hay días en los que uno quiere tomarse todo el sol, despacito, con cautela pero con fruición, haciendo ruido, como cuando niños tomábamos la sopa… Esos días invitan a recorrerlos siempre en subida, a contra pelo de la amargura cotidiana, perderse en las emociones primeras, las que nos hacían crear aventuras increíbles de tan solo escondernos tras las sábanas tendidas por mamá… el viento hacía el resto. Esos días en los que uno necesita limpiar de zonas grises el corazón, baldear la acera de la esperanza y dejarla ser… Días abridores de jaulas, las de todo tipo. Esos días somos profetas en nuestra propia tierra y nos animamos a colgarnos un calidoscopio para comunicar a los demás nuestros mundos posibles. Días en los que necesitamos de alguien para compartir la travesía, aunque ese alguien sea Otro y por ser tal, posiblemente seamos nosotros mismos. No importa, lo que sí importa son las hogueras nuevas que vamos prendiendo en el camino para señalizar los momentos celebrados en cada encu