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Mostrando entradas de abril, 2012

Pero qué cosa...

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Amar

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Esas alegrías del color de las naranjas

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No todas las alegrías son iguales: Unas son saltarinas, te acarician un segundo Otras son líquidas, te bañan de pies a cabeza Unas se quedan en tu pecho y no se van, esperan que regrese el momento para ser revividas.  Unas pocas son muy lentas, rara vez aparecen. Pero cuando llegan nos colman de tal manera que nos desconocemos, los otros nos preguntan de qué nos reímos. ¿Y esas otras que perfuman cada recuerdo? Las que creemos muertas, pero si hacemos el intento, resbalan por nuestras almas y avanzan con pasos cortos hasta cubrir cada espacio que antes era ocupado por el olvido.  Otras sólo están para enfrentar al dolor, ese dolor que nos hace doblar en dos, sintiéndonos tan vulnerables que el vuelo de un pájaro puede ser motivo para terminar de quebrarnos, de pronto, sin saber de dónde, ellas, las alegrías llegan a combatirlo,  anestesian a ese dolor, penetran su piel y terminan por hacerlo huir   

No me consueles

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El adiós del diablo

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Mi poesía abre sus versos y camina en el barro

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Siempre buscando, palmas abiertas

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Mi mundo, tus brazos

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No lo comprendo, no sé cómo hacerlo Quiero regresar mis límites a cero. Evitar que en plena noche me despeñe en tu recuerdo No tienes derecho, ningún derecho a ser parte de todos mis sueños, a recorrerme en la distancia con tus besos. No, no quiero reconocerlo, tener que aceptar que sin vos no puedo,  no respiro, me duele la luna y todo el cielo. Estaba tan serena antes, tan calma, tan libre y desapasionada… ¿Qué te costaba mirar para otro lado, ser sordo y mudo a mis palabras? ¿Por qué te resistes a ser en mi país un extranjero? ¿Y ahora cómo hago para alejarte de mi mundo                                   si te pertenece por entero, si sólo puedo concebirlo en tus brazos de enero a enero? No ansío despertar,  porque  cuando duermo              puedo seguir soñando que me dices "te quiero".

Puedo vivir sin ríos

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Sensación de eternidad

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Vamos a regresar a esas siestas pueblerinas, hermanos queridos.  Nuestros padres creen que estamos dormidos, pero hace rato que saltamos por la ventana y el campo nos ha recibido con sus brazos abiertos. Somos pequeños gorrioncitos jugando con el sol. Parecemos vestidos de Año Nuevo, risas de niños en bandada. Somos vísperas de algo bello, o somos, mejor dicho, la belleza  en sí.  Siesta dorada, llena de duendes, hombres de la bolsa y pomberos, a quienes no tememos, jamás le creemos a la abuela cuando nos cuenta de ellos, porque cuando lo hace, siempre le guiña un ojo a mamá.  Tarde sin horas, infinita, de no ser por las sombras que la quieren negar y esos pájaros regresando a sus nidos. Todo a nuestros pies descalzos, el futuro despertando, llenando los vacíos que vendrán después…  Si pudiéramos rogarle a la noche que se retrase un poco, porque nuestra inocencia no desea dormir ni renunciar a esta sensación de vida eterna, aunque las gallinas ya en sus zarzos, espanten toda p

Jamás te olvidé

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Martillé el silencio, oculté los versos, cerré las ventanas… Me olvidé del tiempo, colgué mis lágrimas… Pero jamás te olvidé, ni aún queriendo. Recorrí las sombras, trepé el insomnio, dormí  el reclamo… Desperté soñando, susurré otros nombres… Pero jamás te olvidé, ni aún queriendo. Guarnecí al deseo, Mitigué mi ira, desterré la risa… Cegué al milagro, crucé relámpagos… Pero jamás te olvidé, ni aún queriendo. Hasta que un día , una voz, un camino, un cielo, un destello, una brisa, un vuelo, todo junto, me trajo el olvido, y, con él, orfandad y espanto.

Jugando al escondite... con un Endecasílabo

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No sé cómo contarlo, ni me atrevo a decirlo: Hace ya tiempo, entre mis libros,  se esconde un endecasílabo. No es uno cualquiera, es del Renacimiento. Pero reniega de su tiempo y ha venido a esconderse callado, entre mis versos . No quiere volver al latido de relojes antiguos y prefiere el tic-tac del mío. Allí se queda, en su péndulo.   Yo, busco que se adapte a mis versos, pero siempre huye de ellos, sin que lo obligue. Quizás es él quien no quiere obligarme nunca, por preferirme así, libre entre mis versos. No quiere verme prisionera. Yo, también lo respeto. Convivimos. Él, es parte de mi insomnio   y yo de su vigilia, quimera.

De lo cotidiano

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 En la vida deberíamos atrevernos con más frecuencia a ver con los ojos entornados a lo cotidiano, cambiarlo de lado, traspasarlo.  Se le teme tanto a lo paradójico, se evita tanto el viento de la aventura, que cerramos las ventanas por si acaso nos alcanza. ¿Tenemos miedo de enfermarnos de lo ilógico? ¿Por qué nos resistimos a mostrarnos distraídos ante lo cotidiano, aunque los demás nos crean imbéciles? ¿Y si nos contradecimos a cada paso? ¿Es tan malo? Si antes descreíamos del amor y ahora andamos despertando conciencias gracias a él ¿no es mejor, que quedarse con aquella ciega falta de fe? Quizás sea tiempo de ir renunciado a lo que ya se dio… ¿No será que la felicidad está en buscar lo que nunca buscamos?

Trébol de cuatro hojas

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Tengo el campo entre mis manos y la suerte en un corral. Cerca, muy cerca, frutales que nadie ha de probar. Alienta en mí algo más cierto: estoy viva, y aun soy más entre estas cuatro hojas, que me hablan de eternidad.

¿Por qué no la encuentro?

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Sé que aborrece el día, y por ello me mantuve despierta, para habitar la noche. Pero no estaba allí… Me lo contaron las sombras. Quizás buscase el refugio del sacrificio, y me sacrifiqué hasta inmolarme, pero jamás la vi. Sospeché que habitaba la soledad, y fui hacia ella… Me perdí, entre tantos solos, pero no la encontré. Tal vez, estaba junto a mí, pero tan cerca, que no la podía ver. Subí a la gran montaña, y desde su cumbre sostuve la mirada, pero no la vi. Me quedé, a la orilla de cualquier camino, por si acertaba a pasar… Aún sigo así, callada, para escuchar sus pasos, pero  no llega, y temo que jamás llegará. De todos modos no me moveré… ¡Oh Inspiración, siempre tan lejana y esquiva, no tardes más o deberás crecer entre la piedra!

El juego del deseo

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 Todo es fuga al parecer, un mundo del gesto,  un mundo del beso, el desnudo que intuye el relámpago final, agonía y felicidad. Deseo absoluto, desafío, acento, voracidad sensual… ¿fatalidad de amar? Porque este abrasarse como una llamarada en la noche, puede ser una forma de evadirse, de evadirnos.  Ese estar con los ojos abiertos, es delirio penetrando el mundo. Ese hambre de pasión que demuestras, revela un deseo de iniciar un juego, de jugar a los dados con el deseo, negar el mar de lo no posible. Los dos sabemos, que todo se corrompe, hasta esta exuberancia tuya de expresarte, la intensidad de la vida por ejemplo, esa realidad que no soporta el entusiasmo. Quizás sea tremendista, pero tu intensa energía hace que le tema a la catástrofe. Esas sensaciones que producen un estallido, esa expansión desorbitada, vida trepidante en el silencio que se desborda por la noche. Algo me insinúa el peligro, temo a alguna grieta que pueda desmoronarnos, no quiero tu desasosiego, en esta

En unión con el grillo

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De toda la noche es dueño… Se apodera del presente, cuando canta justo debajo de mi propia ventana… ¿Por qué no en otro lado? Mas, lo prefiero al silencio que grita… A la pregunta de la estrella, al fervor del misterio, envuelto entre las sombras… Me uno a su dócil canto, entre un coro de élitros que se unen al mío… Y me sumerjo en el sueño.

Déjame que tienda tu recuerdo

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¿No quieres que hable de ti? ¿Que te mire, cuando no estás presente? ¡Ayúdame…! Cuando no estás, hago palabras de tu ausencia y, cada letra, es un “no” al adiós. ¿Te hiere que sepan cuánto te amé…? ¡Déjalos… y deja que yo se lo diga! ¡Déjame que te tienda, en mi recuerdo, como el lienzo que nos cubría, recién lavado, para que se seque al viento…

Ingenua sensación

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 Se ha ido el pudor, esa extraña sensación, al sentirnos desnudos, y traspasamos todos los miedos. Nos miramos de frente, sabiéndonos radiantes, pese a ser tú un ogro y yo la dama de los pantanos. No me siento extraña, al contrario, soy mar, viento y cielo, soy raíz hundiéndome en la tierra. Vuela un colibrí perforando mis ideas, me visto de lluvia para el campo sediento y me desplomo con la mariposa inerte. Soy la cruz en la que descansa la vida, el nacimiento del relámpago y el ala de la paloma cobijando a sus pichones. Soy la hora del sol enredado con las sierras, el alivio del labriego al resguardar su cosecha, la nube que desciende cuando la sed llama. De todo el planeta, no me siento extraña, Ni de la calma, del grito, la vigilia el hueco, el sueño y las sombras. Ya en ellas, se ha ocultado el pudor.

Monotonía

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Nada ha cambiado. En mi vida, en tu silencio. En el árbol protegiendo su nido. Parece que todo está inmóvil. Hasta el aire… Duele la monotonía Ese no saber para qué seguir por un camino sin asombros.

Deseo imposible

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¡Que más quisiera yo…! Por un instante, perderme entre poemas que se esconden en mis sueños… Dejar que vuelen, sin tratar de asirlos; sin estirar la mano, y así, volando entre las nubes, puedan ellos encontrar un nido… O mutarse en pequeñas humaredas que yo pueda mirar desde lo lejos… Y allí, borrarlos, ante lo irremediable del destino. Pero los quiero aquí, muy cerca, para que ellos sean reflejo de mi alma, de la belleza que se esconde en ella… ¡Ay, si fuese así… si fuese cierto! Tan sólo soy leal conmigo… También quiero volar… Tiendo mis alas, porque existo, y sólo sé temblar, mientras florezco y muero.                                                   

Tu imagen

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Caen con  lentitud aplastante las imágenes, las que traen los gestos cercanos, tuyos, inevitables. El molino deja a su sombra jugar en el patio. La ocurrencia de los girasoles encendiendo las estrellas. Un cigarrillo que aún no se ha apagado del todo, descubre tu engaño. Fumas a escondidas.  El espejo manchándose de ausencia, es mejor así. Menos lugar para buscar tu reflejo. Debajo de la cama un zapato en el que olvidaste tu paso, como se olvida este continente de sueños en los que divago, territorio mítico en el que me abalanzo cuando la realidad quiere rozarme con su bandada de malos presagios. Hace tiempo que he dejado de mirar desde tu mirada. Apenas tengo estos poemas para alcanzarte. Nada se compara con tu imagen  surcando mi río, liberando pájaros,  reposando en el futuro,  reinando en un lugar en el que ambos, nacemos una y otra vez.  

Prefiero el silencio

Prefiero el silencio, para disfrutar el abrirse del sol entre los árboles. Es tan dulce la melodía de las hojas con el aire. No hables, no quiero escucharte. Que tus labios  dejen escapar un beso, lo que digas, puede lastimarme. Un beso sólo puede transportarme al lugar  donde todo tiene sentido. Tus palabras hablarán de lo no querido, a su paso dejarán el color del olvido. No hables, son tan majestuosos tus labios. No los desdibujes, los prefiero sonriendo para que luego florezca en besos tu recuerdo.