En el país de Alicia Abatilli

Flor de lino.Alegría que ya no es. (Enlace) Te imagino en un campo de lino en flor, m ar de luz azul que de niña, me explicaba la vida. O entre las luciérnagas ahuyentando mis miedos, despertando en la familiaridad de inocentes juegos, serenos, anhelados, los sauces y el sol  lloviendo. Te busco en la verdad que dejó sus alas en el desconsuelo, bailando entre el recuerdo de los que me olvidaron. O en una caricia que  no entregué o que me negaron. Tal vez e n un gesto que se le escapa a la que alguna vez fui. Quizás me esperas recostada en una esquina que aún no descubrí. O en el puro reposo de las horas vividas en soledad. Alegría, no sé dónde estás. Extiende tu abrazo, hazte inmensa, cubre la oscuridad y déjame que vea  tu majestuosidad. Agua de Oro. Córdoba. Argentina

Quiero saber si aún recuerdas mi país Este país mío, país de las palabras. Pequeño país de  grandes esperas. Patria desde la que te miro hasta que me duele el silencio porque tú ya no me miras. País que añora tu risa colgando de los naranjos País de ríos que abro cuando te nombro. País de los relámpagos despertando el asombro. De este país hablo, del mío del que me siento extranjera porque no estás conmigo. Atardecer en Embalse de Río Tercero. Córdoba

Una novela. Mi única novela. Esa que nunca escribí. Y jamás escribiré. La que hoy debería ser abuela de otras novelas. Flota en el silencio. Se acerca y me llama. Tiembla. Huele a olvido. Creo que es el viento. O simulo creerlo. Pero es más sutil que el viento. Esa novela me está mirando. Apoya sus capítulos en mis hombros. Le digo que se vaya. Ni la nombro. Me pregunta por qué me escondo, “quizás por cobardía”, respondo. Y la dejo ahí, en ese lugar lejano, donde todo está naciendo pero siempre hay un “pero” que no le permite ser.

¿Cómo me recordarán cuando haya muerto? ¿Como la que nunca amó? Si supieran que por ello muero… ¿Qué sentirán  los que lleven mis restos? ¿Pensarán en el peso del tiempo, en lo incierto? ¿Alguien me mirará en el cajón y dirá “qué pérdida”? ¿Cuántas palabras repasando mi vida murmurará aquel que me conoció? ¿Las tapará la lluvia, el frío o el viento? ¿Hasta cuándo se escucharán esas palabras? ¿Hasta que las flores mueran en sus coronas? ¿Dónde se esconderá el amante silencioso para que nadie lo vea? ¿Cuál será el nombre del que descansará a mi lado? ¿Cómo será el lamento de los que me han odiado? ¿Y el de los que me han amado? ¿Será un lamento? ¿Alguien sentirá que debería haber muerto conmigo? ¿Alguien me pensará en los huesos? ¿Quién  para ayudarme en el camino dirá un rezo? Ojalá que no esté sola, ojalá que mi funeral no sea algo circunstancial.  Vendrá una viejecita y hablará de la paz, me acompañará su voz, será la última. Otro vendrá y

 Quédate aquí, entre la llanura de mis sueños, cura todos los pájaros malheridos, los que ya no beben del rocío porque el dolor les cierra el pico. Un beso tuyo y calmarás sus miedos secarás sus plumas y apuntalarás sus nidos. 

Primavera de quién sabe  qué flor, escribo esta carta pidiéndote que hagas llover en mi tristeza, sabiendo que escribes conmigo, ruego compartido, necesidad de agua que no desciende de ninguna parte, quizás de las entrañas de la sed, Se me ocurre, que eres nube y descargas tu ausencia en mi sendero.  

Risa que baila y rompe desencantos Todo es forma y perfume de azahares. Hasta el silencio es blando Me envuelve la noche y no le temo, su respiración entrecortada de estrellas, se derrama en caricias de terciopelo. El tiempo cruje, tiene alas, se abre. Alguien dice te amo, te amo, te amo. Mi corazón flota suave en el cielo. Es parte de un gran concierto. La niebla azul se lleva mis secretos. Soy feliz, c reo que hoy he muerto.