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Mostrando entradas de septiembre, 2015

Aunque no sea conmigo

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En el pliegue del alba, en el estribillo de una canción sin letra. En el reloj antiguo que de pronto, sin cuerda, comienza a señalar el tiempo. En todas las brisas, en una queja o un suspiro. En la manera que tienen las huellas de perseguir tus pasos. En la inmolación de la tarde en la espera. Cualquier espera. En una mano que aparece en sueño, pero desaparece con el sol. En una flor que no sabes cómo, florece en el cemento. Y no se marchita.  Vivo en cada cosa que tocas, furtiva observadora de tus sonrisas. Cuando un gallo te despierta, aunque no exista tal gallo. Una frenada, un chirriar, algo que indique llegada o camino.  Y no aparezco. No me descubres. Estoy presente en todo. En lo que te pertenece, ilusión o no. Algo así como un ángel guardián, pero sin alas. Omnipresente, aunque no lo sepas.

Feliz martes

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Flores del color deseo

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Como una flor que la mece el viento, una sonrisa se cuelga en el reflejo De la noche salta la alegría y entre los pinos alguien me llama. Tiembla la tierra, pero creo que es la hora, el recuerdo sacudiendo mis entrañas. Hay amores y enamorados. Flores del color deseo, se abren en el campo de los no puedo. Caen en el verdor de una voz sin tierra y resucitan en otra voz, más cerca.

Poesía que nadie ve

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Todo parece revuelto, mundo que grita, ruido que vocea la indiferencia. Quizás por eso me escondo en los saltitos de los gorriones, o en los azahares del limonero, en esa luna roja que vendrá, en lo que brilla pero que parece gris. Prefiero la poesía que nadie ve, pero que está en mí.

Nací antes de nacer

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Nací antes de nacer, como esas flores que se atreven al invierno y no mueren porque tienen un acuerdo con la aurora. Septiembre y las rosas, septiembre y los sueños. Septiembre y mi llanto, mi primer llanto. ¿Lloré al nacer, mamá? No se lo pregunto. Temo que no recuerde. O se enoje, es una respuesta tan obvia...  Sé que aún no amanecía, pero igual cantaba el gallo, esas cosas que tienen las aves de anunciar lo bueno y lo malo...  Alguien estaría hablando,  su voz era canción. ¿Era la tuya, papá? En la ventana habría glicinas, porque no puedo pensar en primavera sin dejar de pensar en ellas  Mis horas pasan vertiéndose en luz. Sé que algún día mi casa no tendrá techo, será el mar o el río, llevándome lejos, allí en donde mi corazón encuentre su lecho.

País de agua

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Barro en la arena. Río que se queda. Una carta que se pierde, como el amor que ya no es. Camalotes que hablan de espera. País de agua jugando a las escondidas sin dejarse abrazar, porque teme otra vez,como temo yo, dar vueltas en vano, mostrarse y ser engañado. Una vez más...  Mejor nos quedamos donde estamos.  Mejor no caer en el mismo abismo líquido, del que luego no podemos salir.

21 de septiembre

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¿Me ves?

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​ Me ves como me ves, pero no me ves.  Tus ojos no van más allá de mis límites.  Falta que te acostumbres a no cegarte por mi luz.  Así me verás, como soy, no como quieres que sea.

Personas como vos

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Hay personas que buscan las sombras, porque ellas mismas son claridad. De alguna manera tienen que protegerse. Al día no le es fácil competir con tanto sol. El mundo deja de ser una porquería cuando esas personas, como vos, por ejemplo, amanecen alejando  hecatombes. Me gusta saber que existen, suavizan las horas con sus risas y nos hacen descubrir que por  alguien o  para algo vivimos. Que envejecer es algo bueno, mal que les pese a muchos, es una manera de acercarnos a conciliarnos con la probabilidad de un mañana sin nosotros.

Irreparable

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Melancolía

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Melancolía dulce, mariposa azul que vuela al atardecer, los domingos o cuando llueve. Nació quizás en un pueblo pequeño, de esos con sembradíos de trigo  y lino en flor. De cielos surcados por ángeles que dibujan arabescos para que alguien, nunca supe quién, pueda leerlos. Alguna palabra la despierta, el volar de un pájaro regresando a su nido, un recuerdo que se adhiere a un rasgo, un gesto, una voz, algún amante, hijo del viento, después el rayo y el silencio.  Melancolía colgada de la alegría de nosotros, niños, bañándonos en el arroyo, juegos y aventuras. Albahaca creciendo, manos llenas de luz, luciérnagas queriendo escapar. Y yo, aquí, sin saber qué hacer con ella. Quizás sea hora de inventarme un mundo sin amores que lluevan en mi memoria.

El viaje

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Siempre quise viajar a un país lejano, de esos sin nombre ni lugar en el mapa. Por eso, jamás desarmé mi equipaje.  Muy sencillo: papel, lápiz y algo de imaginación. No tuve que esforzarme mucho, todo estaba dentro mío, mágico mundo que se alarga o viborea según mi estado de ánimo Ese viaje lo hice mil veces. Antes creía que se necesitaba del espacio, hoy sé que el viaje, mi gran viaje, nunca fue más allá que los pocos pasos que me separaban de la galería y mi limonero. Luego, supe que ese viaje no era de ida y vuelta, es  un viaje que no permite el regreso.  

Milagro, milagrito

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Creo que los milagros están desapareciendo .  Espero un milagrito , uno y nada más. Pero se pierden en otro mundo, en el de aquellos que dejan entrar a los milagros grandes, rubios, atléticos, saludables, con todos los dientes, de esos milagros que son Milagros. Me conformo con uno silencioso, pequeñito, sucio, indecente. Un milagrito que por no tener los requisitos no lo dejaron entrar en el mundo de los Milagros. Pero no llega. Hice un túnel por el que pueda pasar sin que la tristeza lo vea, o escaparse, en caso que no me quiera. Claro, hace tiempo que no veía el afuera. Creo que está en la calle, esperando que mi puerta se abriera. Anoche, luna llena, me pareció ver su brillo en una  gota de rocío. Quizás mi espera hizo que ese brillo creciera. Me alumbró toda, como yo prometo alumbrarlo en cuanto llegue.  Y fui la luna, pero luna que espera milagros, algo tan raro y tan cierto, que me sentí en paz, al menos por un rato.