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Mostrando entradas de noviembre, 2012

TODOS LOS NOMBRES Y UN SOLO NOMBRE: PATRIA

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Todos los nombres, todos los tiempos Frágil a veces, pródiga, montaraz, otras. Distante, desierta, saqueada, admirada. Convertida en verso, en símbolo y espada. La de difíciles ocasos y exuberantes auroras. Alma errante, valiente, anónima, presente. Ejercicio eterno, utopía, amor y olvido. Dignidad, promesa, palabra y verbo. Héroes desconocidos, juventud y sueños. Compromiso, deber, honor y gloria. Todos los nombres y un solo nombre, el nuestro, el de todos, búsqueda y encuentro.

A la distancia del temblor

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Miraba al frente y te ocultabas, dejaba mi mano en la almohada y tu aliento me rozaba. Pero nunca descubrí tu morada. Quise saber si me pensabas, me devoró la ausencia y no entré a ver más. Cada uno en su límite, por miedo a dejar de ser, no traspasamos el temblor.

Soplo

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Así, como la vida, relámpago feliz que se viste de dios cuando nos alcanza. Hasta su muerte es bella, cansancio del universo que sonríe.  Un instante, EL INSTANTE. Después… no importa el después. 

¿Qué es?

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  No sé bien qué es, imagino la mañana lacerando al rocío o la manera que tiene el trigal de recostarse con el viento, o el viento murmurando inmensidades que no distingo. Será tal vez, este sol que grita excitando al cielo, o el cielo que se aproxima hasta abrazar a las sierras. Pero algo nos junta, espíritu que anuncia y nos alza en vilo para que desde arriba,  miremos lo que aquí hacemos.

No

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Haz silencio, la noche persigue sus sombras y el día no debe nacer, hoy no. Que el cielo se abra en jardines y   llueva sobre tu desamor.  Palabras efímeras anidando en tus labios, un abismo que intento cerrar, pero no.  Se divide en dos el mar, para que esconda mi dolor,  pero tus besos son ese fuego que no se apaga, no.

El árbol del amor

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Hay amores que se cierran para siempre. Es difícil cuando sucede, y sucede todo el tiempo, caen como gotas gigantes estos amores , se endurecen en el suelo y se adhieren unos a otros, como queriéndose abrazar, aún después de muertos. A veces, algún árbol no permite que un amor pequeñito caiga del todo y entre sus ramas sigue creciendo.  Escondido,  se balancea y se prende con uñas y dientes (sí, hay amores que tienen dientes). El árbol,  que se cubre cada cien años con frutos amarillos llamados milagros, deja que ese amor viva inmaculado, lo cubre de los relámpagos, no le permite suicidarse cuando este amor no soporta el abandono. Aprende el arte de la espera. ¨Árbol del amor" Una mañana, entre tantas, pasa otra vez su dueña, y como puede, se descuelga de un salto, sin saber si ella abrirá sus brazos para recibirlo o emitirá un grito horrorizada en cuanto lo sienta aferrarse a lo único cierto para él.  Es el comienzo o el final para este amor.

De tanto pensarte cercano

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De tanto pensarte cercano, comienzo a contradecir tu ausencia. El sol se refleja en el rocío y florece en diamantes. Así es este amor, saber que florece lejano. P ero te haces cuerpo y se deshace. Ando buscando negar distancias. Camino por la noche. Ondulan mis dedos entre las sombras. Sombras que se me ocurren de arena negra,  las mismas en las que se pierden tus huellas.

Entre el dormir de todos, despierto.

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Ando por el costado izquierdo del insomnio. Miro a los otros que duermen, siempre. Un tiempo distinto me espera,  subo a su barca y navego las horas,  entre cantos de gallos que se inquietan  y arenas movedizas que irrumpen. Voy viajando, creciendo en la noche.  Silba la incertidumbre sobre mi piel  pero nada impide mi paso.   Maduran en segundos los duraznos y se iluminan las flores en mis manos. Por cielo, un libro, algo se lee, pero no tiene que ver conmigo.  Luego, las palabras se convierten en palomas  y ellas sí, dibujan un nombre conocido.    El día lo muerde con lujuria.    Compruebo que todo fue un sueño,  tiemblo al intentar recordar ese nombre,  no lo logro, se duerme entre el dormir de todos… “El sueño”  Henri Rousseau

El poder de tu sonrisa.

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Cargo un elefante sobre mis hombros, pero cuando me sonríes, ese elefante enlaza su trompa a la luna  y es él quien me carga dulcemente a mí. Fotografías de Gregory Colbert

Azucenas danzando

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Amanece púrpura y latiendo. Mañana que destapa el sentimiento. Se abren las azucenas y parecen de cristal Las protejo del viento, las hará estallar Las protejo del sol, las hará marchitar. No quiero que mueran, no quiero su adiós. Que brille su aroma en mi piel. Que despierte el cielo en azucenas al sur. Es hora de vaciar los rincones de tanto dolor. Es el instante exacto de ubicar en el mapa el despertar de estas hadas con su presagio de luz. Anda suelta la esperanza, me lo dicen las azucenas danzando. 

Después de tanto

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 De los días que olvidan su luz de la luz que se desvanece en el espejo, del espejo que no quiere mi reflejo, del reflejo que es pura sombra, de la sombra que entumece la memoria, de la memoria que deja fuera las palabras, de las palabras que no enuncian pensamientos, de los pensamientos que sin vos, no son nada, como nada es mi presente más allá de tu piel.

Si me recuerdas un día

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Si una tarde como tantas   una risa te trae la mía   o un panadero    pequeño    detiene su vuelo en tu pelo.    S i tu paso se marca en la arena    y recuerdas mi huella en tu huella    S i eres todo vida y designio    y ves en otro cuerpo un parecido,    será porque quiero asomarme   en el borde de tu suspiro.    Será porque te estoy pensando    desde la orilla   cálida de mi río.