Léeme
Algún día, cuando estés cansado, sin fuerzas o cuando tu mirada encuentre por casualidad mi libro de poesías y no tengas que esforzarte para alcanzarlo, léeme. Será como descubrirme por primera vez, porque en él estará nuestro amor amarrado a cada verso, sin sufrimientos que te pesen luego. En mis poesías me tendrás atada a cada letra, dejaré de ser golondrina por un rato y murmuraré en tu oído el último suspiro que te regalé en mis sueños. Pero léeme sin que tu corazón se estreche, deja que sea el mundo abriéndose a tus brazos y recuerda a los girasoles y su belleza, parecían ejércitos que protegían nuestros besos. Demora tu lectura en el verso final, descubre en él a la eternidad, aunque ésta se vista de adiós. Léeme sin que te estremezcas de pena, hay hogueras que ocultan su calor en el silencio. Léeme con el alma. Abandona por un instante la cruz transparente de la culpa; ábrete al encuentro. Que por un segundo, al leerme, sientas que mi cielo está muy cerca y te habita