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Mostrando entradas de noviembre, 2011

Iré a descubrir estrellas en otro cielo

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¿Tanto te cuesta un gesto? Un soplo apenas de tus labios Un simular que miras lo que miro Un intentar llegar al fondo de las cosas Despreocuparte de todo por un rato Pero sé que no puedes con tu genio Un cuerpo, un decir, lo cotidiano, es más fuerte que lo necesario. Me olvido por ello hasta del grito que intenta liberarse porque no me nombras. Me harté de suplicar entre las sombras. No quieres nada de lo que quiero, iré a descubrir estrellas en otro cielo.

Fin de semana, la soledad y yo

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Me gustan estas noches de soledad cerril. Aunque pueda parecer una contradicción. Pero más cerril es la soledad, más viva me siento. Grazna como cuervo esta soledad de viernes, la del sábado  ruge como un tigre y el domingo es el turno del  león. Juego con ella, o ella juega conmigo, no lo sé bien. Nunca le dije que se fuese, jamás le presenté batalla, la acepté desde el principio. Hasta imito sus hábitos y comparto su ironía.  Alguien golpea mi puerta. Le pido que simule por un rato ser una dócil paloma. Pronto se irá la visita y volveremos a ser nosotras nada más, la soledad y yo. Monte Hermoso. Buenos Aires

Pienso en vos, no pienso en ti.

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Pienso en vos, porque así me expreso y siento. Si escribo es en mis términos, no en los tuyos, aunque la Real Academia,  lo determine, no me importa.  Sí  importan mis reales ganas de escribir y de sentir. No pretendo ganar un premio literario, no me interesa, sé que los premios no son para mí, por comparación de los que sí los ganan, estoy tan lejos de ellos… Veo una paloma y pienso en vos, si pensara en ti, sería tan lejano ese pensamiento, el de los textos, el del juicio, el de las reglas. Junto una flor pequeñita, para vos, no para ti, si fuera para tí esa flor dejaría de pertenecerte.  Cuando te envío   un mensaje, es para vos, no para ti. No sé si comprenderías el significado del mismo, si olvidara cargarlo con mi acento. La ciudad me recuerda a vos, no a ti. El vos es presencia, el ti es distancia.    Puede ser que esté loca, no lo niego, pero si estoy loca es loca por vos,  no por ti… 

Sólo cuando llueve.

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No lo hago jamás, excepto cuando llueve. Creo que es por el perfume de poemas incompletos O por los besos escondidos en una flor seca. Reviso mis anhelos y me convenzo de lo eterno.   Y soy feliz, salgo al campo y es el viento mi intérprete, le hablo a las nubes, les pido que se ensanchen.                                             No me importa el asma, no importa mojarme, todo vale con tal de vivir este temblor salpicando milagros. Parecido a la felicidad, algo indefinible pero que trasciende la vida, incluso la propia muerte   Recomendado: Liniers http://www.porliniers.com/                                                                    http://macanudoporliniers.blogspot.com/ 

A veces creo que lo tuyo es obsesión

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Porque tienes un mirarme que encierra mil gestos y desde tu cuerpo se despeñan todos los deseos. Porque cada vez que nos abrazamos está presente el creer en la eternidad  y por este  delirio sin palabras, nada más. Porque sé que prometiste acompañarme hasta el último segundo de mi vida, aunque seamos ternura sin navegar. Porque no te cansas de esperarme, a veces creo que lo tuyo es obsesión, obsesión por quererme sin que nada pueda ofrecerte, apenas esta certeza de compartir la belleza, pero en el diario error de vivir en soledad.

Toda historia puede ser contada sin ser contada

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Toda historia puede ser contada sin ser contada. Bastaría mostrar un mapa, un punto distante a otro, fotografías viejas de lugares invisibles pero cercanos. Dibujos en servilletas que sólo yo comprendo y un cajoncito de madera que no lo abro hace tiempo, sé que puede salpicarme del mar en que lo hallé vagando  o el milagro que de él,  vuelen madrugadas en vez de gaviotas,  o que salte el arca de Noé pero sin animales, sólo destellos, hasta encallar en una cordillera que no supe ver, fue más importante el vértigo y la noche cayendo. Imagen de Miguel Rita

Noviembre olvido

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Se suicida la tarde detrás de aquella sierra Recuerdo tu voz y mi alma tiembla. No sé si te quise como nunca quise Sí sé que te quise distinto, pero te fuiste. No me sirve de nada saber que me has querido Eres espuma que se pierde en otro río Eres lamento de algún desvelo Eras mi hombre, hoy eres olvido. Simulo mirar lo mismo que miraba contigo Pero tu nombre me dice que no es lo mismo Pasa la vida como si no fuese mía Recorro noviembre, estremecida. Se agrupan las horas como en rebaño se encorvan las sombras como castigo un aire fresco me mantiene en vilo alguien me dice que ha amanecido. No. No eres a quien más he querido Pero eres el único por quien he vivido Por tus besos mil veces he nacido, y quizás por mi orgullo  te he perdido.

Obsesiones

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Tenemos la costumbre de la obsesión. De un nombre, de un lugar, de  una palabra de una fiebre repetida hasta el hartazgo. Hay obsesiones que justifican una vida Un genio alumbrando un hallazgo Como el pintor y su mejor obra Como la madre y su mejor hijo Como la novia y su mejor beso Como la vida y su mejor hora Como el pájaro y su mejor vuelo Como la tormenta y su mejor trueno  Como la poesía y mi mejor verso.

La carta

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Cuatro de la mañana. La ciudad se pone de costado, tampoco puede dormir y abraza a su almohada, La Cañada.   Los grillos parecen enfurecer a las sombras,  se hacen más densas. A la noche no le gusta  que desafinen. No tengo nada para leer. Unas cartas viejas que olvidé quemar, me observan desde el cajón abierto de mi ropero. Esas cartas se convierten en mi universo. Aquel de los veinte,  el que prometía resplandores que jamás llegaron. Parece que todo el tiempo se hubiese quedado a vivir en estos papeles arrugados, como si la memoria no fuese nada más que una pequeña gota de rocío en esa rosa seca que no puede presentirla.  Me pareció obscena, la memoria, digo. Preferí aquietarla. Pero no, esa carta con su sobre azul evitaba que el cajón se cerrase por completo. No estaba abierta.  No reconocí ni el remitente ni la letra, esas cosas que uno guarda sin saber bien la razón. Esas cosas que uno no se atreve a abrir, sin saber bien de dónde viene el miedo. “Ibarreta, Formosa,

Noviembre Azucenas

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Noviembre.  Busco tu mano en la noche de un año que se aleja. No quiero darme cuenta de ello. Como si fuese fácil no darme cuenta. Atizo recuerdos. Le pregunto a la memoria.  Olvidé la forma de tu mano pero extraño su tibieza. Ese mundo de diez países  dibujándome estrellas.  Esas palmas sosteniendo mi tristeza. Para que no sufras, la escondo entre las azucenas. Por ello, no las mires, déjalas en mi jardín, no las huelas. Recuerda que a la tristeza le gusta disfrazarse de mil maneras. Ten cuidado, no la lleves contigo aunque se vista de azucenas. Ya tuviste suficiente con llevarte mi adiós, el invierno y la niebla.

Desde tu balcón sin luces

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 Imagen tomada de El mundo que porto Allí, desde tu balcón sin luces,  a motinado en la soledad altiva, v ives y sueñas aún conmigo. Resistes al viento cuando  s e escurre con mi nombre,  te empapa de sílabas que descienden  hasta batirse a duelo con mi recuerdo. Tienes esa tristeza del hombre  q ue ha perdido lo más grande de su vida  a lgo así como la perfección,  p ero la lluvia fue más fuerte que sus fuerzas  y lo dejó ir para siempre.