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Mostrando entradas de febrero, 2014

UN ÁNGEL ESCONDIDO

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Esa hora indecible, esa en que la noche viste su negra capa de quietud... Cerca de mí, el Cementerio de la Ciudad en que vivo. Cuando se va el sol, no viene a mí la dicha, la alegría... Hay mucho llanto contenido cerca; mausoleos y figuras de piedra entre paredes de miedo, sin un poeta que pida perdón al Silencio. Mas... un día cualquiera, de lirismo absoluto, llegué al lugar, cargando mis enlutadas certezas. Un campanario, doblaba mis pasos... La puerta cerrada... El viento, exhumando mis dudas y un ciprés gigantesco, que me miraba con desdén. No le temí, lo miré cara a cara, descubrí al hacerlo unas alas, escondidas entre las ramas, que conmovieron mi incredulidad de estatua viva. Y, por un instante, no sé cómo, aquel Ángel de piedra, escondido, bajó de su peana y lloró conmigo.

Ausencia

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Como un condenado a muerte, va trazando una raya en la pared de su celda para contar los días que le quedan, así voy sumando los siglos de tu ausencia. Cuando no me quede más lugar para ella rayaré sobre lo rayado, quizás así, logre tacharla,  borrarla... ¿negarla? Lo que sea, pero ya no quiero esta ausencia, es lo mismo que la nada. 

Respondiendo a un comentario realizado en mi última entrada y de mi razón de escribir

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 Mi primera reacción fue agradecerle, porque no creo que sea alguien que le gusta herir por herir, sin más… o porque quizás su vuelo es tan alto que al visitar  lugares como los míos, no puede divisarlos, por lo distante que están de su alcance o quizás para no verse reflejado, a veces la identificación duele. Volví a agradecerle, porque me hizo replantear la razón de escribir, de atreverme a publicar hace ya ocho años en este país y contarles a ustedes que me visitan, que quizás gorriones como yo, necesitamos andar en bandadas para poder volar, pero nuestro vuelo es sereno, corto quizás, pero seguro, sin miedos. Así que Miguel, comparto con todos tu comentario que dejaste en mi poesía " Girando "  , agradeciéndote una vez más:      Miguel Angel  García González   dijo...                                              ...

Girando

Sábanas que hablan de rosas nuevas junto a la miel de ciruelas maduras, nombran a un cuerpo danzando en la lluvia girando más rápido que el olvido. Grillos sembrando alegría entre mis dedos, sauces reidores cuando me besas, tus palabras luciérnagas desmintiendo a la noche y yo... girando más rápido que la luz.

¡Gracias!

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Te cuento que hoy desperté sintiendo la necesidad de agradecerte , por tomarte ese tiempo vital y visitarme en este paisito que fui gestando, quizás para dejar de ser tan opaca, de hacer transparente aquello que antes era oculto.  Y quizás también, esa necesidad de disculparme por no vestirme de gala para celebrar con vos estos ocho años de compartir en lo posible la belleza, otras la alegría, algunas zonas grises que no supe eliminar y esa melancolía que cada tanto visita este lugar y se disfraza de poesía. Pero no, sé que me conoces. Me lees y me conoces. Me maravilla eso. La universalidad de la palabra. El que estés allí, quizás cruzando un océano, pero sabes de mí, más que un vecino o un viejo amigo, quizás sea porque ellos no me leen, y es a través de la palabra escrita la manera que tengo para decirles a los demás quién  y cómo soy. A veces, los demás, los que están en mi barrio no tienen tiempo de leerme o yo no sé cómo hacer para que ellos quieran hacerlo. Entre ...

Eso de andar solos pero unidos

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Eso de andar solos pero unidos... Huellas que parecen mías pero no soy yo quien las dibuja. Viento que no las borra por temor a comprobar que el amor cuando es silencio, se olvida.  El río también se hace uno con el tiempo. Su huella deja rastro de mañanas huyendo.  Parece que marcho sin marchar. Algo intenta detenerme pero no puede. Nadie puede detener este amor tan suave como ese lecho de nubes que me guía pero oculta rayos cortando mis pasos cuando se abre un nombre entre las sombras y me parece que todo el cielo es una sonrisa. Se me enciende la esperanza cuando descubro, dormido entre la melena de una palmera, el vuelo de un cardenal   esperando que me despierte el alba en otra orilla.

¿Y qué es vivir?

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