En el país de Alicia Abatilli

Si supiera que eres el último relámpago de esta tormenta, entonces sí, abriría los brazos y te diría “ven”.

Necesito alguien que invente una grabadora para mis sueños. Una que sea inmune a las sombras (o a los miedos) De esas pequeñitas, limpias, no tóxicas. Que sea a prueba de fuegos y que soporte cualquier pantano Veloz como el tren de la muerte pero lenta para asimilar exilios. Pueda captar palabras que nunca dije, de esas que son mariposas en mi memoria, cuando duermo. Que rebobine cuando desaprovecho un detalle, y ayude a preguntarme dónde estuve. Que registre todo, para que en la mañana, pueda escribir algo más que del tiempo.

Tengo mucho para decir, pero no diré nada. Se lo dejo a los que se atreven a derribar augurios y tachar palabras, esencialmente, las que consideran "malas palabras". Me he convertido en esa mujer que observa, distante pero apasionada. Tan apasionada que aborrece el almíbar con el que la quieren envolver los que creen saber de ella. Los que me previenen del día, preocupados por mi sueño. Sueños en los que no están. Si tan solo supieran que no los pienso, que cierro mis ojos y veo un mensajero azul  esperando que me duerma.