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Mostrando entradas de diciembre, 2015
Importancia de la poesía
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¿Te ha ocurrido alguna vez, caminando, sentir que por una piedra, un pozo, falta de fuerzas, estuviste a punto de caer, pero un brazo cercano del que te aferraste, evitó esa caída, porque la persona fortaleció su brazo y ayudó a que te levantaras? Pues bien, ese brazo que evita mi caída, es hoy la poesía.
Serás libre
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Noche que se entierra en los huesos y no duele, acompaña la sed o el grito, del que fue expuesto mil veces al silencio y aprendió a descubrir que en la prisión, también se puede aprender a volar. Por ejemplo, poner las manos en cucharita y beber todo el sol que puedas atrapar. O mirar el suelo y descubrir el vuelo de un pájaro, o su sombra, que es lo mismo, aunque falte su canto. Todo eso, hará que seas libre, a pesar de la noche, de la prisión y de la falta de alas.
¿Muerto el amor se acabó el recuerdo?
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¿Muerto el amor se acabó el recuerdo? No sé, puede ser. O tal vez, no muere. Le enseñamos que no ladre, ni rasguñe la puerta, ni orine sobre un aniversario importante. Dejamos que el recuerdo no duela, ni se rasque las pulgas, ni venga a suplicarnos que juguemos con él. Solito, aprende a quedarse quieto, a hacerse el muerto, a no mover la cola si andamos cerca. Por eso, nuestra sorpresa, cuando un día, sin saber cómo, nos muerde el alma y descubrimos que ese amor muerto, sin recuerdos, no estaba tan muerto, temía que lo echáramos a la calle, sabemos lo que ocurre cuando un perro (digo... el amor) no tiene dueño.
¿Pesimista yo?
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¿Para qué cambiar de año, creer que lo malo se marcha y el primero de enero, sí justo el primero de enero viene todo lo bueno a abrazarnos? Por ahí sería mejor dejar de ilusionarnos. Por ahí es el cansancio que hizo apagar todas las lucesitas de las fiestas. Por ahí es mejor, sí es mejor seguir creyendo en que mañana, justo mañana, todo será diferente. No teman, lo mío es sólo un estado de ánimo.
Creciente
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Que no brille una estrella esta noche porque el río baja oscuro, violento, esquivo. Los pescadores perdieron redes y orilla. Tiembla el río y el miedo truena. Camalotes que se ahogan en el barro intentan aferrarse con sus brazos lánguidos No hallan refugio, las piedras los sueltan. Fauna y flora buscando una balsa, algo, una rama, un árbol que lo lleva el agua, pero no por ello están a salvo. La balsa no los lleva a ningún lado. Vendrán tiempos de arenas flacas, pero el río es así, temperamental y duro, pero tan suave cuando con la luna anda.
Navidad
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Me detengo. Hay un espacio entre esta Navidad y la próxima. No hago ruido. Es mejor no espantar a lo posible. Cuando encuentro el lugar, miro el cielo. G iro con las nubes, hasta que el viento me ayuda a descubrir el tiempo que es imprescindible abrir los brazos y ver si con todo y a favor de todo, encuentro la paz, esa de la que hablan los villancicos.
El adiós en un mensaje de texto
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Niña "rara"
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De niña, me aburría cuando venían a jugar conmigo las otras niñas. No me gustaba jugar a las muñecas o las casitas. Vestirlas, peinarlas, ponerles moños, hacer de mamá. Al rato, se iban o yo me iba. Ellas decían que se aburrían conmigo, yo me dormía. Después, aprendí a soportarlas, por necesidad, creo. Y comencé a inventar historias de aparecidos. Venían todos los días, pero se marchaban espantadas, dejándome con la rabia de mis historias a mitad de ser contadas. Las madres no las dejaron ir más a casa. Decían que a la noche no dormían por mi causa, que recordaban lo que les contaba. Descubrí que los mandatos sociales no eran obligatorios, que podía no jugar a la muñeca y no por eso ser una niña rara, como los otros, me llamaban. Hoy, aquellas niñas que me visitaban, están todas casadas, ya no juegan a las muñecas, las sufren. Encontraron a un príncipe que actualmente es un gran sapo y no hay beso que lo vuelva a convertir en príncipe. Me visitan con frecuencia. Ahora, so
Fuiste música y ternura
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Después de esos poemas
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Puedo mirar la noche durante horas
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Puedo mirar la noche durante horas. Algo se encuentra siempre entre las sombras: lo vivo, lo muerto, el vacío y el relámpago. En el día no es fácil encontrarlos, digo, cuando se tritura el silencio. Cuando el ruido lo estruja, y no le queda otra que chorrear entre las horas, hasta la calma. Y no me digas que cuando lees esta entrada te recuerda a Neruda, porque osé utilizar al comienzo de la misma, la palabra "Puedo". No me gusta Neruda. ¿Es un pecado? Quizás sea porque es jueves. Y no hay jueves que en la noche no me encuentre desafiante. Como esperando algo o alguien que me enfrente. Algo que me ayude a convencer que mañana no será viernes y que otra vez, la pena remontará la calle de la Ausencia.
Mejor el final
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Promesas de regreso. Y quizás sí, regresaremos. Palabras que llevan una vida sin ser pronunciadas. Me contarás de vos. Dejaré de mirarte. Preguntarás por mi silencio, te explicaré que es el silencio del final, el definitivo, el del nunca más, porque es mejor ésto a la agonía de caminar ese final una y otra vez.
Aquel atardecer
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¿Dónde está el atardecer aquel? Lo busco y busco. Nada. Lo pinto y pinto. Mamarracho. Invento colores (creo inventarlos porque está todo inventado, escrito, dicho). Gris. Y más gris. Recuerdo ese día, la felicidad (¿existe la felicidad ?) de darse cuenta que en ese instante, era feliz. Quizás por eso, ahora, no lo encuentro. Taparé mis ojeras, cerraré mi impaciencia, anularé la impotencia y volveré a creer en eso que decías "todo, todo vuelve". Hasta un atardecer como aquel. ¿Para qué me engaño? No existe tal cosa. No estás.
¿Ambulancia o policía?
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Aún no distingo entre la sirena de una ambulancia y la policía. No sé bien para qué quiero hacerlo, porque ambas me inquietan, ambas quiebran mi silencio y destruyen la confianza. Rompen la cáscara. Denuncian mi fragilidad. La fragilidad de todos en realidad. La enfermedad y el odio, la maldad y el accidente. Enfermedad, accidente o delincuencia, es lo mismo a la postre. Muerden desde el pie. Hacen que te caigas. Inspiran desconfianza y nos descubren vulnerables. No, la verdad que no sé bien si lo que se acerca es una ambulancia o la policía. Hace rato que tengo la cabeza sobre el pavimento, gritan por todos lados, pero nadie se acerca. No sé si me golpearon o me caí. En este momento es exactamente lo mismo.
Hablando del infinito
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Mariposas blancas en Córdoba.
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Desperté como todas las mañanas, quizás más temprano que de costumbre. Apurada, salí a realizar las compras necesarias para el fin de semana, antes de entregarme a los quehaceres cotidianos. Quizás por ser tan temprano, creí que estaba en algo así como un sueño. La calle volaba y se me ocurrió que una nube blanca cubría mis pies, mis brazos, mi pelo. Esa sensación de no saber si estaba viviendo algo real, hizo que mirara el cielo, el sol me dijo que sí, era real. Millones de mariposas blancas migraban, cruzando esta gran ciudad. Viviendo en el campo, jamás ví algo igual. De una belleza increíble, a pesar de la basura desparramada del vecino, el olor a cloacas de mi barrio, de los ojos de sótano del verdulero y de la viejita pidiendo en la esquina. Los pocos que percibieron las mariposas, comentaban asustados que podía ocurrir algo malo. La chismosa del frente cerró puertas y ventanas, mientras yo feliz, pensaba que algo bueno iba a ocurrir, mariposas blancas es buen presagio.
¡Que vuelvan las espigas y los campos de lino en flor!
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Lino en flor y el cielo. ¿Dónde están? ¿Cómo es que se perdieron? Agricultores que miran sin mirar. No pueden hacerlo. La soja los ciega. Mis abuelos sembraban maíz y trigo, mis hermanos reniegan de ellos. Hambre en mi país. Pan sin harina, tierra sin rocío. Raíces al descubierto. Todo es polvo ya. Hace falta la bendición de la lluvia o la erradicación de la estupidez. Aunque es imposible, los necios no pueden reconocerla. ¡Que vuelvan las espigas y los campos de lino en flor! Sería como tener dos cielos y fundirse en ellos.
Mi legado
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No te gustaba leer Aborrecías la poesía. Te aburrías cuando intentaba leerte algo mío. Yo quería descubrirme ante vos. Que sepas de mí. Una noche, antes de marcharme, mientras dormías, besé tus párpados y dejé sobre ellos mis dos poesías más honestas. Desde entonces es que abres tus ojos y no dejas de leerme.
Debe existir una brisa, un suspiro, algo.
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Cuando el alma te queda chica
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Cada tanto, uno se ahoga en lo que antes tenía como cierto, y deja de preocuparse por aquello que alguna vez se jugó la vida. Y no hay remordimientos. Es como si el alma te quedara chica. Chica para acomodar nuevos sentimientos. Y no hay cómo empujar para que compitan por un lugar con lo viejo. Dejas de escudriñar al día. Apenas lo hojeas desde tu cama y aceptas aquello que te ofrecen los perversos por TV. Imágenes de las que nunca serás parte, pero te las venden como si. A veces, dejas una poesía, esperando que alguna florezca en el cemento estéril. Suplicas que así suceda. Del otro lado, el silencio. A pesar de ello, y de vos mismo, de tu fragilidad sin límites, sabes que estás vivo, que te pesan las mañanas, pero aún estás a tiempo.
Diciembre
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Apenas un suspiro y diciembre en la puerta. Las horas doblegan mi sonrisa, acarician mi cansancio. El 2015 anda gritando sus miedos. Asume su muerte, guarda sus trapos. En alguna parte, alguien inventa mensajes, esperanza, palabras, milagros. Luego caerán en el agujero negro de enero, pero mientras tanto.... Hasta los besos no habitan los labios. Diciembre, este año, es sinónimo de sequía.
Un colibrí visita mi ventana.
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Un colibrí visita mi ventana. Intenta libar una de las flores que la adorna Arremete una y otra vez. Las flores son tejidas. Mis deseos de alimentarlo crecen, mientras él vuela cargando la frustración del mundo sobre sus alas. Quizás regrese... Esta vez preparo agua con azúcar. Convierto la flor en su alimento. Espero.