Nostalgia crónica.
Al hacerlo, ellos mismos buscan transformarse, olvidarse de aquella tierra abandónica e intentan cambiar lo viejo por las luces nuevas, las del país que aparenta recibirlo pero sin embargo no les permite sacarse el ropaje de “sudacas”...
Intentando mimetizarse, toman las costumbres del nuevo pueblo, quizás con mayor pasión que los mismos ciudadanos.
De alguna forma algo se trasluce, su extranjería o un matiz diferente.
No hay maquillaje para lo propio…
Eso de poder descubrirse en la confianza, en la posibilidad de que mañana será parecido al ayer, eso de desterrar la incertidumbre hace que olvide su propia historia…
Y con ella su alegría de domingo, la del club de sus amores, la del asado en familia…
De pronto, el pasaporte les devuelve su verdad.
Ahí comprenden que extrañan su origen, que les duele todo lo que signifique Patria.
Descubren que el sol no es el mismo y que las otras estrellas no brillan igual, un velo las cubre… el de la nostalgia.
Muchos se han casado allí. Hoy sus hijos se niegan a regresar. Las nuevas raíces sofocan las antiguas, inmovilizándolos...
Lo único que aún permanece incólume es la añoranza de atrapar las nubes que los eligieron como dibujantes de sueños, como izadores de los barriletes de la ilusión eterna…
Comentarios
Es verdad, somos hijos de una madre abandónica, si lo vemos como lactantes. Pero está bueno crecer y entender que hay que construir y dejarse de mirar la teta que ya no nos dá leche. Sino mirá lo que hacen otras madres como la europea que ahora quiere expulsar a todos sus hijos bastardos.
Hay trsitezas en cada esquina del exilio.
Un abrazo.
besitos
Saludos desde México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos.
Carlos Eduardo
Es difícil y duro, para ellos y para los que todavía los esperamos.
mil besos
A los demás ¿Qué decirles? Son vivencias personales.
La historia lo corroborará o lo desmentirá.
Un abrazo conciliador.
Alicia
Todos sabemos por tus letras y sensibilidad que formas parte de esa inmensa mayoría de seres buenos que están en todo el mundo. Quitemos entonces los rótulos, este planeta no merece que una minoría llena de odio acabe con la esperanza. Admiro a España, la quiero entrañablamente. Respeto a sus gentes y también los quiero. Recibe un fuerte abrazo amigo, desde el fondo de mi corazón.
Tu amigo y hermano,
Carlos Eduardo
Carlos Eduardo: Muchas gracias por ser mi amigo. Hermanos, ya ssbes que lo somos, en diversas longitudes de onda. Españoles como yo, los hay a millares, creeme. Espero que todo mejore. Un fraternal abrazo.
Luis Madrigal Tascón (Madrid, España)