Vivir naciendo
Y sí, no hay nada que hacerle, aunque tampoco quiero hacer
nada.
Un año más, una Navidad más. Esas cosas que se juntan las fiestas y uno no termina de aceptar un año endemoniado para ver aparecer así, sin mucho barullo, el nuevo año. Me gustaría celebrar Navidad así como está, el 25 de diciembre y Año Nuevo en pleno invierno, como para que uno le encuentre la vuelta a esto de los festejos, para no terminar tan cansados. En mi caso, familia grande. No termino de despedir a unos que al día siguiente, llegan los otros. No registro con exactitud este tiempo, no aprovecho las visitas, no puedo organizarme como me gusta. Sería bueno cambiar estas fechas a nuestro gusto, cuando estemos muy cansados, ahí celebramos y punto.
Y no sé por qué a todos se les ocurre hablar de balances, como si hubiera algún balance por hacer.
Creo que esos “balances”, los de la vida, uno debería ir haciéndolos mientras los vivimos, no después de vividos. Como para poder enmendar los errores a tiempo y reiterar los aciertos. Y vienen también esas ideas de miedo, de asertividad con las fechas, que el 11 del 11 del 11 y para el próximo el 12 del 12 del 12, “que si este año no vino el fin del mundo, el próximo no falla, tengan en cuento eso”, y el miedo crece, la gente se desespera y sigue creyendo en el miedo, los aprovechados de siempre negocian con ello.
Hay quienes viven en cuevas por ese miedo, no hablo desde la hipótesis, hay comunidades enteras que están en las sombras desde hace tiempo.
La "verdad verdadera", no puedo con mi genio y me dejo contagiar de esa esperanza que anda suelta en diciembre y me digo ”el próximo año será mejor”, aunque sé que es una golosina para mi tristeza.
¡Me gustaría tanto poder soñar con Navidad como lo hacía en mi niñez! Realmente creía que todo era posible, lo que imaginara, por grandioso y fantástico que fuese, sería. Época de eterna magia, la niñez.
No eran épocas de Papás Noel (por suerte, los detesto) pero sí
eran épocas de aire puro, sin infamias, de campos de lino en flor, la única
lluvia que se conocía era la que esperaba la tierra, ahora se habla de la lluvia ácida
y se le teme, no me cabe en la cabeza, temerle a la lluvia…
La única prisa que existía era llegar a casa para disfrutar de las travesuras de todos los días.
No había televisión, no teníamos necesidad de ella. La gran pantalla, la que nos maravillaba y hacía crecer , era la naturaleza, ella nos aceptaba y jugábamos a ser estrellas.
Comíamos todos juntos, sin ningún ruido que interfierese mientras, ni fútbol, ni telenovela, ni dibujito animado, la única música era la de nuestra risa.
Conseguíamos nuestra comida, la sembrábamos, la recogíamos, la vivíamos, nada sabíamos de hipermercados.
Y éramos como los pájaros, jugábamos como ellos, avecitas buscando su miguitas a saltitos, felices. Ninguno era feo, ni gordo, ni estúpido. En Navidad no sabíamos de regalos, ni en Reyes ni en ninguna otra fecha, no eran necesario, la felicidad era nuestro regalo constante.
De la única guerra que se hablaba en casa, era la que debía emprender nuestra madre para hacernos dormir. Y si existía la justicia era porque también existía la libertad. Aprendíamos de ellas al unísono. No sabíamos de los diez mandamientos, no los estudiábamos al menos, pero los practicábamos desde el ejemplo. Pero no eran diez, eran más, muchos más. Los que creábamos desde nuestro mágico mundo ideal. Todos tenían que ver con la tierra, con el respeto por ella, con las flores, los animales, el viento, el agua, la risa y la belleza. Vivíamos como si cada día fuese Navidad, así vivíamos, naciendo.
Lo intentaré, a partir de mañana me esforzaré para hacer lo que hacía en aquel tiempo. Quizás no sea un sueño, quizás aún lo pueda lograr. Lo haré poco a poco.
¿Cómo? ¿Qué dices? ¿Que ya no hay tiempo? No lo creo, siempre hay tiempo para vivir naciendo.
Un año más, una Navidad más. Esas cosas que se juntan las fiestas y uno no termina de aceptar un año endemoniado para ver aparecer así, sin mucho barullo, el nuevo año. Me gustaría celebrar Navidad así como está, el 25 de diciembre y Año Nuevo en pleno invierno, como para que uno le encuentre la vuelta a esto de los festejos, para no terminar tan cansados. En mi caso, familia grande. No termino de despedir a unos que al día siguiente, llegan los otros. No registro con exactitud este tiempo, no aprovecho las visitas, no puedo organizarme como me gusta. Sería bueno cambiar estas fechas a nuestro gusto, cuando estemos muy cansados, ahí celebramos y punto.
Y no sé por qué a todos se les ocurre hablar de balances, como si hubiera algún balance por hacer.
Creo que esos “balances”, los de la vida, uno debería ir haciéndolos mientras los vivimos, no después de vividos. Como para poder enmendar los errores a tiempo y reiterar los aciertos. Y vienen también esas ideas de miedo, de asertividad con las fechas, que el 11 del 11 del 11 y para el próximo el 12 del 12 del 12, “que si este año no vino el fin del mundo, el próximo no falla, tengan en cuento eso”, y el miedo crece, la gente se desespera y sigue creyendo en el miedo, los aprovechados de siempre negocian con ello.
Hay quienes viven en cuevas por ese miedo, no hablo desde la hipótesis, hay comunidades enteras que están en las sombras desde hace tiempo.
La "verdad verdadera", no puedo con mi genio y me dejo contagiar de esa esperanza que anda suelta en diciembre y me digo ”el próximo año será mejor”, aunque sé que es una golosina para mi tristeza.
¡Me gustaría tanto poder soñar con Navidad como lo hacía en mi niñez! Realmente creía que todo era posible, lo que imaginara, por grandioso y fantástico que fuese, sería. Época de eterna magia, la niñez.
La única prisa que existía era llegar a casa para disfrutar de las travesuras de todos los días.
No había televisión, no teníamos necesidad de ella. La gran pantalla, la que nos maravillaba y hacía crecer , era la naturaleza, ella nos aceptaba y jugábamos a ser estrellas.
Comíamos todos juntos, sin ningún ruido que interfierese mientras, ni fútbol, ni telenovela, ni dibujito animado, la única música era la de nuestra risa.
Conseguíamos nuestra comida, la sembrábamos, la recogíamos, la vivíamos, nada sabíamos de hipermercados.
Y éramos como los pájaros, jugábamos como ellos, avecitas buscando su miguitas a saltitos, felices. Ninguno era feo, ni gordo, ni estúpido. En Navidad no sabíamos de regalos, ni en Reyes ni en ninguna otra fecha, no eran necesario, la felicidad era nuestro regalo constante.
De la única guerra que se hablaba en casa, era la que debía emprender nuestra madre para hacernos dormir. Y si existía la justicia era porque también existía la libertad. Aprendíamos de ellas al unísono. No sabíamos de los diez mandamientos, no los estudiábamos al menos, pero los practicábamos desde el ejemplo. Pero no eran diez, eran más, muchos más. Los que creábamos desde nuestro mágico mundo ideal. Todos tenían que ver con la tierra, con el respeto por ella, con las flores, los animales, el viento, el agua, la risa y la belleza. Vivíamos como si cada día fuese Navidad, así vivíamos, naciendo.
Lo intentaré, a partir de mañana me esforzaré para hacer lo que hacía en aquel tiempo. Quizás no sea un sueño, quizás aún lo pueda lograr. Lo haré poco a poco.
¿Cómo? ¿Qué dices? ¿Que ya no hay tiempo? No lo creo, siempre hay tiempo para vivir naciendo.
Comentarios
Nos aturdimos con la navidad consumista del gordo vestido de rojo, y olvidamos lo esencial.
Igual felices fiestas, amiga.
Un abrazo.
He leído esta magnífica reflexión que me ha llevado a mi niñez, a los recuerdos entrañables de entonces.
Me ha encantado. Mucho.
Un abrazo agradecido.
La de la niñez, en donde no existía el tiempo, no se escapaba, iba despacio, muy despacio.
Nunca teniamos prisa solo había que jugar, soñar, cantar, mirar...
Vivir naciendo, lo intentaré.
Un abrazo fuerte amiga, desde mi Librillo.
¿qué decirte?
Tanto tendría.
Pero lo has dicho todo, me gustaría acompañarte a vivir naciendo, pero como te preguntas al final creo que para mí ya es tarde
Viviremos naciendo por siempre si no tememos, porque: “A nada en la vida se le debe temer. Sólo se le debe comprender”, como decía Marie Curie.
El miedo es contrario al amor ya que, nadie ama al ser humano que le tiene miedo.
Los miedos a los cambios cronológicos son miedos al tiempo y a su conquista. Conquistar el tiempo es vivir naciendo.
Te llamaría desde ahora: “El país sin miedo de Alicia Abatilli, la chica que vive naciendo”.
Un fuerte abrazo, Alicia.
Pero lo mejor que podemos hacer es mantener las esperanzas, si el año cambia de un día para otro, espero que ese día después que se vaya el 2011, nos abra las puertas del corazón, de la vida y de los sueños.
Un beso grande, querida amiga.
Feliz Navidad
Abrazo
Balances y sueños imposibles suelen provocar alguna que otra frustración.
Eso no está reñido con desear lo mejor, sobre todo a los más próximos. Te incluyo entre ellos, Alicia
Un abrazo
Añade el olor de los dulces dorándose en el horno.
Las risas en la mesa; en donde los enfados daban tregua.
Lo cantos de Villancicos por las mañanas, todos metidos en la cama de nuestros padres, mientras la madre surtía con platos de dulces la mesilla paterna.
El compartir los bienes, llevados a las casas de los pobres, acompañando a mi padre, con enormes cestas, de lo que abundaba en casa y la recomendación paterna de: "Haced esto, cuando yo no esté".
La Noche de Reyes Magos, queriendo velar desde la cama, con los ojos bien abiertos en la obscuridad, tratando de sorprenderlos cuando se acercaran a los pies de nuestras camas...
Nunca es tarde para volver a nacer.
Yo me propongo volver a nacer esta Navidad. Ahora es la Navidad de "ellos"; la que ellos recordarán. No se las robemos y aprovechemos para dejarles: historia, tradición y... tiempo de hacer el bien.
Un abrazo y Feliz Navidad
como tú muy bien dices, siempre hay tiempo para vivir naciendo y lo ideal es nacer cada día, con cada persona nueva que conocemos, con cada nuevo blog que descubrimos, con cada palabra nueva que aprendemos, con cada nuevo poema o relato, que leemos o escribimos, sin mirar demasiado atrás, porque a veces, si la infancia nos parece tan feliz, es porque hemos tenido la afortunada capacidad de olvidar lo malo de esa etapa, pero no porque todo fuera positivo, pasadisíaco, ni totalmente perfecto.
Y bueno, tampoco me hagas mucho caso, creo que hoy ando un poco respondona, y probablemente también te hubiera llevado la contraria si tú hubieras dicho lo opuesto, jeje.
Besos y Feliz Navidad.
No es un sueño lo que deseas Alicia, se puede conseguir, Todos los días hay una oportunidad para nacer a lo que uno/a quiere o desea.
Un abrazo
mj