Escritos al vuelo (I)
Temo esa tormenta que nunca llega,
la presiento en la oscuridad, debajo de mi piel, atravesando mis días, viajando
como esas aves silvestres que buscan un lago, pero no lo alcanzan jamás.
Tomo entre mis brazos a la
misericordia y uno mi rugido al campo, hasta que los dos regresemos a la vida o nos
extingamos a la vez.
II. Nada se parece a la serenidad que bebí de tus labios, ni
al dolor que desnudaste por tus heridas.
Dejé que ese dolor creciera lo
suficiente hasta que pudiese aprender los primeros pasos y escaparse con el primer
gorrión que visitó mi ventana. Luego, siguiendo a ese gorrión, te fuiste.
Otra vez sola, me digo "es
mejor dejar cerrada la ventana".
Ya no te espero.
III. Me confieso viva.
Hace tiempo que
mi piel sufrió la mutación invisible. Dejó al fin, en algún rincón, tu rastro.
Por eso no hurgo por la casa en donde hemos vivido. Por precaución, para no
pisarlo, aunque aún brilles en mis sueños.
Comentarios
Mis próximas entradas, algunas de ellas, pertenecen a un hallazgo que encontré hace poco, uno de mis viejos cuadernos, antes de internet, allí iba escribiendo todo lo que se me presentaba, por eso lo titulé "Escritos al vuelo".
No quiero que se pierdan, deseo compartirlos con ustedes.
Espero no aburrirlos. Ojalá que así sea.
Les dejo un abrazo.
Alicia
Y esa manera tuya de hablar de amor, me pone el vello de punta. Un beso y felicidades.
Si acaso llegase, pareciese que la vida queda en suspenso al sentir, relámpago tras relámpago, la paz tras los truenos inofensivos.
Cuando al perseguir un fin se pierde uno entre los cantos de sirenas que no dejarán reemprender una vuelta, lo natural y digno es no volver a intentar el regreso y quedarse con Circe para siempre.
A pesar de esa huída presagiada resulta difícil, muy difícil, seguir siendo la Penélope que debe defenderse de los implacables pretendientes que prometen encender el placer de inmensa energía.
La dificultad de encontrar entre ellos a aquel que prenda la mecha para volver a encender la potencia de la tormenta, especialmente, la satisfacción de poder sentirla al unísono, es tan difícil como encontrar un trébol de cuatro hojas.
Una espléndida prosa lírica plena de sentimiento y deseo de sentir la vida. Enhorabuena, Alicia.
Un inmenso abrazo, querida Alicia.
Agradezco tu visita a mi blog.
Un cariñoso abrazo, amiga.
Te sigo.
la muerte. Sequía y agua.
Luego, lo del dolor dando sus primeros pasos, una gran imagen, de todas formas el amor yendo tras él, siempre juntos. Es así.
El rastro en algún rincón, el temor a pisarlo, el olivo presente, aunque a veces se filtra en tus sueños.
Y al final el silencio y la comparación con un lobo hambriento, pero también con un trébol de cuatro hojas, silencio suerte, sería.
Todo muy, pero muy bueno.
Eres muy generosa al compartirlo con todos nosotros. Ojalá ese viejo cuaderno tenga mil páginas, para que lo podamos seguir leyendo.
Me gusta mucho más tu prosa, siempre te lo dije, me llega más. Tu poesía es excelente, pero tu prosa se prende en la piel.
Muestra de ello es esta entrada. Tus Escritos al vuelo, llegan a todos, y se quedan en nosotros. Eso de tomar en tus brazos a la misericordia, o lo del dolor yéndose con un gorrión...
Eres toda imágenes.
Gracias por tanto y tanto, Gringuita querida.
Abrazos.
Un abrazo.Querida Alicia
Saludos y abrazos.
Un abrazo
Mi cariño!