Respondiendo a un comentario realizado en mi última entrada y de mi razón de escribir

 Mi primera reacción fue agradecerle, porque no creo que sea alguien que le gusta herir por herir, sin más… o porque quizás su vuelo es tan alto que al visitar  lugares como los míos, no puede divisarlos, por lo distante que están de su alcance o quizás para no verse reflejado, a veces la identificación duele.
Volví a agradecerle, porque me hizo replantear la razón de escribir, de atreverme a publicar hace ya ocho años en este país y contarles a ustedes que me visitan, que quizás gorriones como yo, necesitamos andar en bandadas para poder volar, pero nuestro vuelo es sereno, corto quizás, pero seguro, sin miedos.

Así que Miguel, comparto con todos tu comentario que dejaste en mi poesía "Girando"  , agradeciéndote una vez más:   Miguel Angel  García González  dijo...

                                                                     "Cuando veo blogs de este estilo me deprimo un poco, la poesia no tiene por qué estar decorada como una receta de cocina! yo recomiendo a Leopoldo Maria Panero para ver un poco de poesía diferente” 

Si aquel que me lee, llega al límite de la depresión por hacerlo, porque es tan malo lo que escribo que al leerme su salud mental corre peligro, le suplico que jamás vuelva a entrar a mi blog, cualquier daño que pueda ocasionarle me duele, así que por favor, ¡NO VUELVAS A LEERME!, te pido disculpas por ello, nunca tuve real noción del poder de publicar por internet algo, creí que no podría hacer daño, al contrario, intentaba anular por un rato la tristeza, alcanzar la belleza que anda por todas partes, incluso en este país…

 De niña me salía mejor, ésto de expresar lo que siento. Me releo en una primera poesía, cuando cumplí ocho años y no me reconozco. Me sorprende esa niña que fui, cuando las demás andaban jugando con muñecas o a la mamá, yo escribía las paredes del galpón de mi padre, frases que él acuñaba en un cuadernito que tuve la suerte de encontrar luego, supe que eran mías,  porque en el margen él lo aclaraba. Recuerdo el ladrillo, mis dedos teñidos con el color del polvo de mi “tiza”, algún que otro reto de mi abuelo por ensuciar, pero el que mi padre haya rescatado aquella etapa ayudó a descubrirme en aquel tiempo. Recuerdo un tiempo difícil, seis años, intentos de acallar la ausencia de mis padres por un tema de salud, mi hermana menor que sólo se dormía si le inventaba un cuento, no recuerdo ninguno de ellos, pero ella se calmaba.  Quizás hayan sido los mejores cuentos que pude imaginar…

Hace ocho años, cuando nació este blog, tiempos difíciles otra vez, quise rescatar esa ingenuidad, algo de pasión que experimentaba al “ensuciar” paredes. Otra causa fue la reaparición de la máquina de escribir de mi padre, la cual tengo en mi casa y la conservo como un tesoro, por su historia, por lo que nos dejó, esa emoción por lo que hacemos, quizás también al extrañar ese frenesí primero hizo que me animara a crear este lugar.

  Escribo para comprobar que soy la misma de entonces, para negar el silencio, para no sofocarme, para no temer al presente.

Escribo porque me hace bien escribir, saber que alguien me lee y responderle. No escribo para ganar dinero, sé que nunca lo haré. No tengo anhelos de ello. Aunque los tuviese, no creo tener el nivel literario para lograrlo. Escribo para anular la invisibilidad, para aprender de la mirada del otro, del que me lee, incluso de aquél que  denigra mi escribir. Y si me lees en Dinamarca, allá estoy, o en España, México, Guatemala. Cualquier país, es mí país, porque viajo contigo.

Escribo, Miguel doble apellido, para no respetar ninguna receta, porque nunca pude hacerlo, a pesar de la insistencia de mi madre. Escribo para no parecerme a nadie, menos a Panero, como dices, está muy lejos de mí para alcanzarlo, sé que de transgresora no tengo nada o no seré llamada como él "poeta del desencanto", ni con un solo verso podría hacerlo, si yo apenas puedo levantar el vuelo. Escribo para que nadie me indique qué escribir o leer, porque no somos esclavos de los gustos de los demás. El que sugiere a los demás quién vale la pena leer y quién no, debe sentirse halcón. Pero yo me alejo de ellos, sé que pueden cazarme, es tan torpe mi vuelo...

En definitiva, escribo para seguir respirando, aunque parezca extremo, para que nadie me diga qué hacer con mi vida, para demostrar que el mundo es bello.
No escribo para trascender, ni para seguir viva después de muerta. Escribo quizás para exhumar culpas, para perdonarme por este acto de vanidad al escribir.  

 Pero esencialmente, escribo porque sé que estás allí,  gorrión quizás como yo, necesitando pertenecer a una bandada pero felices de ello. Y mientras tenga la certeza de tu cercanía, seguiré escribiendo.
 Sí, escribo por vos, porque me ayudas a reconocerme y SER.

¡Gracias!
                    Alicia María Abatilli

...y ¡Gracias!, Juan querido por tu sugerencia, la cual agrego horas después de escribir esta entrada: Charly.