Niña "rara"
De niña, me aburría cuando venían a jugar conmigo las otras niñas.
No me gustaba jugar a las muñecas o las casitas.
Vestirlas, peinarlas, ponerles moños, hacer de mamá.
Al rato, se iban o yo me iba.
Ellas decían que se aburrían conmigo, yo me dormía.
Después, aprendí a soportarlas, por necesidad, creo.
Y comencé a inventar historias de aparecidos.
Venían todos los días, pero se marchaban espantadas, dejándome con la rabia de mis historias a mitad de ser contadas.
Las madres no las dejaron ir más a casa.
Decían que a la noche no dormían por mi causa, que recordaban lo que les contaba.
Descubrí que los mandatos sociales no eran obligatorios, que podía no jugar a la muñeca y no por eso ser una niña rara, como los otros, me llamaban.
Hoy, aquellas niñas que me visitaban, están todas casadas, ya no juegan a las muñecas, las sufren. Encontraron a un príncipe que actualmente es un gran sapo y no hay beso que lo vuelva a convertir en príncipe.
Me visitan con frecuencia. Ahora, son ellas las que me cuentan historias espantosas, pero no son inventadas, son lo que viven en sus casas.
Por las noches duermo tranquila. No hay historias que robe mis sueños.
Ya se las había contado todas antes, sucedió que ellas huyeron, antes de escuchar el final de mis historias.
Era muy parecido a su presente, pero yo hablaba de aparecidos y luces malas...
No me gustaba jugar a las muñecas o las casitas.
Vestirlas, peinarlas, ponerles moños, hacer de mamá.
Al rato, se iban o yo me iba.
Ellas decían que se aburrían conmigo, yo me dormía.
Después, aprendí a soportarlas, por necesidad, creo.
Y comencé a inventar historias de aparecidos.
Venían todos los días, pero se marchaban espantadas, dejándome con la rabia de mis historias a mitad de ser contadas.
Las madres no las dejaron ir más a casa.
Decían que a la noche no dormían por mi causa, que recordaban lo que les contaba.
Descubrí que los mandatos sociales no eran obligatorios, que podía no jugar a la muñeca y no por eso ser una niña rara, como los otros, me llamaban.
Hoy, aquellas niñas que me visitaban, están todas casadas, ya no juegan a las muñecas, las sufren. Encontraron a un príncipe que actualmente es un gran sapo y no hay beso que lo vuelva a convertir en príncipe.
Me visitan con frecuencia. Ahora, son ellas las que me cuentan historias espantosas, pero no son inventadas, son lo que viven en sus casas.
Por las noches duermo tranquila. No hay historias que robe mis sueños.
Ya se las había contado todas antes, sucedió que ellas huyeron, antes de escuchar el final de mis historias.
Era muy parecido a su presente, pero yo hablaba de aparecidos y luces malas...
Comentarios
Bss.
Un abrazo.
Creo que se perdieron las buenas historias.
Te deseo unas felices fiestas con los tuyos y con buenas historias.
Besos
Si se hubiesen quedado seguro que muchas ahora agradecerían tus historias porque quizás no se hubiesen casado, el final lo hubiesen puesto ellas, y eso las habría ayudado a no caer en la tontería de un casamiento inadecuado solo por tener… marido.
Muy acertada tu entrada, más de una se verá reflejada en tu historia. Encantada de visitarte ¡¡¡FELICES FIESTAS!!! Un abrazo.
Yo no jugaba a esas cosas de niñas tampoco. A trepar árboles y cerros, a ver quien corría más rápido, a brincar a la cuerda, puro deporte extremo, no aptos para niñas almidonadas. Y todas se casaron con aquellos mis amigos, de los que ahora se quejan.
Un abrazo.