Camina acariciándolo todo, bautizando con su andar el día. Huele a ternura de juegos junto al río y a lluvia mojando la tierra que palpita. Ella sabe de imprevistos y se demora, entre las sábanas colgadas en el patio del vecino. Su regreso es muy lento pero jura esperarte en el camino. Si te mira de frente seguro que verás acercarse lo que alguna vez perdiste y buscabas sin saberlo. Si te besa, sabrás lo que es llegar a Casa. De todos los rincones, voces que añorabas se prenderán de tus recuerdos y dirás contento “Estoy en paz, me reconozco otra vez niño”