Hay amores que se cierran para siempre. Es difícil cuando sucede, y sucede todo el tiempo, caen como gotas gigantes estos amores , se endurecen en el suelo y se adhieren unos a otros, como queriéndose abrazar, aún después de muertos. A veces, algún árbol no permite que un amor pequeñito caiga del todo y entre sus ramas sigue creciendo. Escondido, se balancea y se prende con uñas y dientes (sí, hay amores que tienen dientes). El árbol, que se cubre cada cien años con frutos amarillos llamados milagros, deja que ese amor viva inmaculado, lo cubre de los relámpagos, no le permite suicidarse cuando este amor no soporta el abandono. Aprende el arte de la espera. ¨Árbol del amor" Una mañana, entre tantas, pasa otra vez su dueña, y como puede, se descuelga de un salto, sin saber si ella abrirá sus brazos para recibirlo o emitirá un grito horrorizada en cuanto lo sienta aferrarse a lo único cierto para él. Es el comienzo o el final para este amor.