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Preguntas que no hice

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Preguntas que no hice, respuestas que no busqué, hoy son las que abren vacíos y se puebla la noche de mariposas imperceptibles para todos, menos para mí. No sabré jamás qué sintió al marcharse, si le hubiese gustado despedirse con mi aliento. No entendí su urgencia, ni su tiempo. Creo que su amor estaba poblado de sueños a los que jamás accedí, quizás por miedo. Digo su nombre y creo escuchar sus pasos dibujando mis anhelos. Pero sus pies ya no marcan huellas, no pueden hacerlo. A pesar de ello, veo moverse el trébol abriéndole camino cuando lo recuerdo.

Producto de un plan

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Cada tres meses debo ir al Banco Nación a presentar el certificado de supervivencia de mi madre, para que pueda cobrar su jubilación nacional, la mínima que le dicen. Ese día, me preparo con una cuota extra de paciencia, pues el trámite requiere de mucha de ella, creo que de un exceso de ella. Desde ir a la policía, esperar media hora que encuentren el papelito de cinco renglones, el cual un agente de pésimo humor debe completar, hasta esperar en esa cola interminable que otro señor, también de mal humor, dictamine que podemos entrar, previo concedernos la gracia de un número, el cual recibimos como si fuese el tesoro más preciado y por todos los medios, en caso de caerse, tratamos de recuperar, hasta llegar a la ridiculez de tirarnos de panza al piso, buscándolo. En esta espera, suceden muchas cosas, se entablan conversaciones de lo más extrañas pero se escuchan otras peores aún. Hoy, una mujer de unos treinta y pico estaba con su hija de unos trece años, justo delante mío. No es

Seguir hasta que nos descubramos perdidos. Ahí, retomar el camino.

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Seguir hasta que nos descubramos perdidos. Ahí, retomar el camino.  De tantas malas noticias, uno llega a creer que no hay noticias, pues todo se convierte en lo mismo, esa gran bola de indiferencia y desilusión.  Y no leer el diario, ni los noticieros por televisión.  Fingir de alguna manera que nos sorprendemos. Sólo la muerte sorprende.  Mientras tanto, el vacío anda suelto disfrazado de drama y algo de comedia. Los que juraron amarnos se olvidan de ello. Todo parece un mal sueño. A veces nos despierta una pelea en la calle, alguien pidiendo algo, lo que sea.  Es mejor atender ese "lo que sea" a seguir durmiendo. Escuchar esta canción, por ejemplo, me ayuda a ello.

¿Dónde se encuentra la perilla de la felicidad?

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Creemos que todo es sombrío y el día, la gente, la calle, la vida, se tornan sombríos. No toleramos al otro que ríe. Intentamos hacer lo mismo para ver qué es lo que sienten. Al fin, descubrimos que no está tan mal buscar algo de alegría de vez en vez. Quizás deberíamos dejar de espantar a los que nos quieren con nuestras ideas tristes. Ya tienen suficiente con las propias. ¿Y si buscamos dónde diantres se encuentra la perilla de la felicidad?  Por ahí, entre todos, es más fácil. Porque ser feliz en soledad, es imposible.

Pájaros contra el mal tiempo

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Llueve. Como nunca. Barrios de Córdoba inundados, ciudades incomunicadas y rutas cortadas. Daños que si bien no son irreparables (lo material, siempre, siempre se puede reparar), para quien no tiene nada, la pérdida es inmensa. Las calles son ríos bravíos. Imposible llegar al lugar que tenía planeado ir hoy por la mañana. Mi limonero, quizás por esperar demasiado, sus ramas, algunas, han caído por el peso de los limones. Entonces, quise ver pájaros, con los colores del buen tiempo, cielo y sol, arcoíris en sus alas. Pájaros que apaguen tanto gris. Aquí se los muestro. Los puse donde las ramas se habían quebrado, como para que el resto del árbol se distraiga con ellos y se rían, al menos por un rato. Les dejo un abrazo.

Las penas al sereno

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" Para blanquear la ropa, hay que ponerla al sereno " , decía mi abuela. Por eso, en pleno invierno en su casa, se veía la ropa al viento (o al sereno).  Desconfiaban las vecinas de ella, porque la creían rara, hablaba sola, tendía la ropa durante la noche... No olvido lo del sereno.  En noches de mucha pena, pongo mi alma al sereno. Créase o no, pero las penas se blanquean, se hacen menos penas.  Al alba, mágicamente cada lágrima derramada en las sombras, se convierten en margaritas floreciendo en la pradera.

Un tango que lo dejo en silencio.

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Hay un tango cuya letra es de José María Contursi que la verdad, no puedo escuchar porque me contagia su emoción y pesadumbre. Irremediablemente, no importa el estado sentimental por el que esté pasando: Sola o enamorada. Con un desamor a cuestas o un amor que regresó después de mucho tiempo. Con lluvia o  un día de sol radiante como hoy. No, en este caso, la culpa la tiene Contursi y más si lo canta Julio Sosa... Les dejo "En esta tarde gris":