Las penas al sereno

"Para blanquear la ropa, hay que ponerla al sereno", decía mi abuela.
Por eso, en pleno invierno en su casa, se veía la ropa al viento (o al sereno). 
Desconfiaban las vecinas de ella, porque la creían rara, hablaba sola, tendía la ropa durante la noche...
No olvido lo del sereno. 
En noches de mucha pena, pongo mi alma al sereno.
Créase o no, pero las penas se blanquean, se hacen menos penas. 
Al alba, mágicamente cada lágrima derramada en las sombras, se convierten en margaritas floreciendo en la pradera.

Comentarios

Armando ha dicho que…
La fuerza que sale del alma, esas palabras llenas de sentimientos, no sólo hacen florecer margaritas en los campos; nos dan nuevos bríos para superar cualquier sinsabor de la vida.
Precioso relato.
Un abrazo.
Rafael ha dicho que…
Bonito refrán.
Un abrazo.
Es bueno poner las penas al sereno. Al amanecer las cosas se ven de otra manera.
Muy bonito Alicia.
Un abrazo fuerte amiga.
Mari-Pi-R ha dicho que…
El amanecer es cuando empezamos a ver claro, bonito escrito, un abrazo.
salud equitativa ha dicho que…
TODA LUZ DESPUNTA LUEGO DE SUS SOMBRAS...
un abrazo andino
el dispensador
Luis Madrigal Tascón ha dicho que…
¡Cuántas cosas podría decirte yo del "sereno", querida Alicia. Soy de León, en una de las más viejas Españas, la del Norte. En las noches de invierno, mucho más frías que las del que ahora mismo cruzamos, se ponían las llaves "al sereno" para frotarlas después, al día siguiente, sobre los párpados inflamados. Así, desaparecía la inflamación. También se situaban fuera de las casas, al sereno, infinidad de cosas. Aquí en Madrid, conocí a a un bárbaro -quiero decir a un salvaje- criador de canarios. Situaba en los meses de invierno las jaulas de la hembras "al sereno". Su lema, o más bien el epitafio, para las pobres pajaritas, era el siguiente: "La que no resiste se muere, pero la que resiste, cría los mejores y más fuertes pájaros, los que mejor cantan..." Lamento mucho tener que decir esto, pero también es la verdad. No hagas tú con tu dolor lo mismo que aquel salvaje hacia con aquellos seres indefensos. No lo pongas "al sereno", como ponía las sábanas tu abuela, por mucho que eso pueda parecer que blanquea las penas. Las penas, no se pueden blanquear más, de lo blancas que ya son. Tienen que seguir siendo penas. Ponlas más bien debajo de tu almohada para que puedan cobrar un poco de calor. Yo siempre lo hago así,casi todas las noches de este tremendo invierno (aunque nada parecido a aquéllos de León). Mientras tanto, pienso en los días dorados que ahora vivís en la Argentina. Y eso, para mí, es mucho más eficaz y consolador. Un beso. Luis.-
Sara O. Durán ha dicho que…
Preciosa aplicación a las penas, de la recomendación de la abuela.
Besos.

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