En el país de Alicia Abatilli

La noche llegó. Se adueñó la oscuridad, el silencio. Creció la esperanza de dormir de olvidar de despertar sin recuerdos. Sin esta sensación de hastío de vacío. Esperé que sangrara lo cotidiano lo real lo imaginario TODO Esperé que yo sangrara y allí separé lo que me unía a ti.

Cuando anda suelta la nostalgia del primer hogar, escucho a Inda Ledesma , recitando esta poesía de Armando Tejada Gómez (Un grande de los nuestros, de esos que escribían con el alma canciones, por necesidad de escribir, no como los actuales, algunos digo, que escriben por la "necesidad del mercado"). Ojalá les guste, Compañeros de Ruta.

Limonero,  no es cierto, no es invierno. Deja de temblar, que julio sólo es un invento. Cubriré tus ramas para que creas que lo del frío fue una amenaza que hizo el viento. Si nos convencemos que es verano, tu mundo y mi mundo dejarán de presentir al desierto.

Posiblemente conozcas alguien que llene tus días, pero tu vida, jamás.

Otro domingo, otro día, instantes  que aseguran la inseguridad y dibujan círculos difusos atrapando   lo que vendrá. Me reconforta descubrir que los anteriores a mí no han vivido distinto, aunque quizás así lo creyeron. Concluyo que lo único que no se reitera es el presente.

Anoche, mientras soñaba me decía, "no olvides este sueño, no lo olvides". Al despertar, no recordé ese sueño, pero algo bueno he soñado porque ando sonriendo, como respondiendo algo que fue y quedó siendo...

​Dentro de mi ser,  brilla un suspiro. E se que le quita la tapa a las sombras cuando  quieren escaparse de mi pecho. Uno de estos días dejaré que trepen,  que hiervan hasta saciar su hambre,  hasta comerse entre ellas. La oscuridad no es mala,  lo que es malo es cuando la ocultamos. ​Luego, veré al fin ese fuego escondido,  protegiendo un tesoro:  una vida alumbrando milagros. Ceguera que ya no es,  búsqueda cercana que abrazo,  lo conocido, lo antiguo,  el sitio anhelado al que fin habré llegado.​