En el país de Alicia Abatilli

No tengo almanaques y no entiendo de horas, es como mi entrega. Cielo sin razones.  Pájaros que vienen a mi mano, instantes cantando,  Afuera, primavera que no llega. Nieva en octubre, Creo que no es nieve, es espuma, la del sueño que tuve anoche, ese en el que me hablabas, luego fuiste mar, abrazo, árboles frutales, para terminar en nube. Hasta ahí el sueño. Afuera, la tierra es de hielo. Pero aquí, vida sin consignas, belleza sin ataduras, ama del instinto y de la realidad distinta a las de todos, pero tan mía.

Vendrá el día en que lo escribo hoy, me parezca ajeno, como si lo hubiese escrito otra Alicia. Esa que no se anima a cruzar los espejos. Y no faltará quién, recordándome las palabras de hoy, me reproche la tristeza, la falta de misterios en mis versos. La convicción en la fuerza de las palabras. La búsqueda desesperada de una historia que conforme a todos, o a casi todos. Y no faltara quién me critique que no hablo del amor eterno, del milagro chocando entre las sombras y de mi abundancia de expresiones que se abrazan a la derrota. Y vendrá otra Alicia, una que cante y se anticipe al lamento (lo reduzca antes de su primer latido). Una Alicia que no viva al borde de un abismo. Una  que al silencio lo transforme en cascada desprendiéndose del día y  permita que la música apague todo final y levante en brazos a  la luz, quebrando todos los mensajes que anticipan el llanto. Viento que barra los presentimientos y permita que vuelva a morder cual fruta única,  a la vida. Vendrá otra A

Me piensas buena, dulce, casi santa, No porque yo lo sea, es porque así prefieres imaginarme. Hablas de mi belleza. "Diosa rubia" (creo que lo dices para escuchar mi risa). Pero me piensas así y no sé qué hacer para que cambies de parecer. Porque no soy  ni tan dulce, linda y mucho menos santa. Saber que alguien me piensa como me piensas, hace que intente acercarme un poco  al ideal con el que vives para no olvidarme.

Otoño o primavera, no importa. Las estaciones son dueñas de la música. Entre el despertar de las flores y las hojas cayendo, sinfonía de vida y despedida. Viento y llovizna, sol y niebla. Acordes singulares. Cintura de las horas, juegos de niños, labios y besos. Abejas y calandrias, danzando una sola melodía. Aromas, luz, frutos que maduran, otros que mueren. Días que se alargan y otros se acortan. Tempo.

Casi como la tarde probándose la lluvia,  caminé hasta tu silencio que navegaba en llanto.  Lo habité hasta convertirlo en encuentro.  Y fuimos ríos desembocando en besos.  Era otro tiempo, era otro reino:  El tiempo de tu nombre,                                            el reino del deseo

Gratitud: de poder escribir y saber que Soy escribiendo Es como respirar en palabras. Cuando el sol o las flores mueren, los invento, o los respiro en versos, que es distinto para los demás, pero significa lo mismo para mí.