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Dueño del viento
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Esa larga descendencia de signos y guiños escondidos entre las nubes y tu anhelo de acariciar el sol. Como sea, con suspiros, con tus alas inventadas que huelen a regreso o con las lágrimas derramándose por cada costado del atardecer. No importa cuán larga sea tu vida. Seguirás insistiendo, intentando saltar de tus propias ansias para alcanzar la fuente donde abreva el día. Buscando el lugar donde se esconde el misterio. Buscando el cielo desvistiendo a la noche. Y aunque sabes que jamás lograrás tocar el sol, igual lo intentas, porque de alguna forma te sientes dueño del viento, porque eres poeta y tienes algo de Dios.
Una vida sin tiempos
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De la felicidad y el dolor
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Desde este cielo...
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Desde mi deseo que se hace ola hasta tu distancia que se hace mar, me extiendo, pero no te puedo alcanzar. Desde mi voz que se hace pájaro hasta tu palabra sin pronunciar, me inclino, pero ya no sé rezar. Desde este cielo que dibuja mi suerte hasta tu silencio que se hace desierto, me entristezco, pero ya no sé llorar. Desde mi presente que se espiga en instantes hasta tu imagen que muere en el tiempo, me sosiego, pero ya no sé esperar.