Melancolía crepuscular.
Casi en el mismo lugar donde el sol le roba las sombras al alba, se descuelga la sinuosa espera de Ana.
Como para desbaratarla, deja entrar los recuerdos que suspendidos en borrascas sin memoria intentan acercarse ha hurtadillas, como no queriendo despertar la esperanza abridora del tal vez.. “¿Para qué cargar con abismos en los cuales jamás nos arrojaremos?”, se pregunta. “¿Para qué intentar proyectarse en espacios diversos si caeré siempre en el mismo lugar?”: el de su voz, su cuerpo, sus besos. Sí… sus besos que la reintegran al mismo puerto, una y otra vez: el de la melancolía desairada por la intimidad.
Melancolía crepuscular.
Como para desbaratarla, deja entrar los recuerdos que suspendidos en borrascas sin memoria intentan acercarse ha hurtadillas, como no queriendo despertar la esperanza abridora del tal vez.. “¿Para qué cargar con abismos en los cuales jamás nos arrojaremos?”, se pregunta. “¿Para qué intentar proyectarse en espacios diversos si caeré siempre en el mismo lugar?”: el de su voz, su cuerpo, sus besos. Sí… sus besos que la reintegran al mismo puerto, una y otra vez: el de la melancolía desairada por la intimidad.
Melancolía crepuscular.
Comentarios
Me gustó mucho.¿Quién no se sintió Ana?al menos una vez.
Un abrazo de oso.
Narci