Noche de Libertad
Diría que soy alguien que soporta el día, casi con valentía.
A veces la renuncia intenta aguijonearme pero no la dejo, no la dejo… ella se acerca cuando me llegan noticias de amigos de toda la vida. Como Alberto que se marchó de su casa y aún no regresa, su madre, a las siete de la tarde sale a la calle a esperarlo inútilmente. Quizás nunca se marchó, quizás anda sin saber cómo volver.
O de Sebastián que se hartó de su mujer y de sus hijos y se fue a vivir al campo, solo, sin ninguna comodidad, una carpa para los días de tormenta y nada más… me dijo que no tenía necesidades, que el campo era presencia, que allí él era él… Eso, los días de renuncia creo que son salpicaduras que surgen por la acción de los otros. Hay días que estoy más susceptible a ella, pero hay días que la derroco rápido, una imagen es suficiente, como la de aquella plazoleta, en la que el artista erigió unas manos abiertas. Justo se asoma la luna entre los dedos, como invitando a una noche de libertad. De esas noches que no tienen fin, que volvemos a tomar la felicidad rápido, como temiendo que su contenido se enfríe o se derrame por nuestra propia torpeza. Cómo duele luego el temblor que la dejó caer. Sé que por más que quisiera juntarla es imposible, nada es igual, el equívoco la ensucia.
Entonces hago como si nada, me acostumbro a la nostalgia, doy veinte vueltas antes de recordar y sigo siendo, a pesar de los espejos que me devuelven la sonrisa aquella, la que a veces desconozco, se me figura que no es mía, la tapo con una buena carcajada y regreso a mí...
A veces la renuncia intenta aguijonearme pero no la dejo, no la dejo… ella se acerca cuando me llegan noticias de amigos de toda la vida. Como Alberto que se marchó de su casa y aún no regresa, su madre, a las siete de la tarde sale a la calle a esperarlo inútilmente. Quizás nunca se marchó, quizás anda sin saber cómo volver.
O de Sebastián que se hartó de su mujer y de sus hijos y se fue a vivir al campo, solo, sin ninguna comodidad, una carpa para los días de tormenta y nada más… me dijo que no tenía necesidades, que el campo era presencia, que allí él era él… Eso, los días de renuncia creo que son salpicaduras que surgen por la acción de los otros. Hay días que estoy más susceptible a ella, pero hay días que la derroco rápido, una imagen es suficiente, como la de aquella plazoleta, en la que el artista erigió unas manos abiertas. Justo se asoma la luna entre los dedos, como invitando a una noche de libertad. De esas noches que no tienen fin, que volvemos a tomar la felicidad rápido, como temiendo que su contenido se enfríe o se derrame por nuestra propia torpeza. Cómo duele luego el temblor que la dejó caer. Sé que por más que quisiera juntarla es imposible, nada es igual, el equívoco la ensucia.
Entonces hago como si nada, me acostumbro a la nostalgia, doy veinte vueltas antes de recordar y sigo siendo, a pesar de los espejos que me devuelven la sonrisa aquella, la que a veces desconozco, se me figura que no es mía, la tapo con una buena carcajada y regreso a mí...
Comentarios
Gracias por este post.
Gracias por llenar de luz mi día.
Gracias por aparecer a pesar de tantas sombras.
Marianela
Alicia, no renuncies jamás, muchos estamos alejando cualquier ntento de renuncia.
De la felicidad, no creo que tengas tantos equívocos como dices.
En fin, por ahí no te conozco tan bien.
Me gusta este post.
Marina
Carlos Eduardo
alejado y minúsculo entre miradas,
entre manos enormes por su luz guiadas,
manos que cuentan pero no pueden
atraparla, acariciarla, mientras creen lo que ven.
Manos cegadas que pretender cazar tal perla
modesta en su lejanía, cercana en su brillar
manos que confunden, manos que no deben.
Manos que requieren otras manos de verdad.
un beso... lanzado con mis manos
Blas
Estoy seguro de que nadie tiene respuestas para nadie, pero dando simplemente una rápida leída a los comentarios, te das cuenta que muchos pensamos que tu blog es un rincón de nubes, sueños y ensueños. Cada quien crea lo suyo.
Besos, volveré.
Elogio su astucia.
Alicia, extrañaba tus prosas, son lindas de verdad.
Buena salud a todos.
Creo que estás leyendo en mí, y no me conoces. ¿Cómo puede ser?.
Gracias por esa "lectura".
Arturo