Día de campo
La cara al sol, aunque mi ánimo se hunda hasta el cuello en el fango de la dimisión.
Siempre existen nuevas batallas, combates a punto de estallar, desenlaces sin remediar.
No me gusta darme por vencida, aunque el miedo serpentee vigilante mi inspiración, aunque los días salten con agilidad desconocida y sigan eludiendo mi exultación.
Nadie apaga los faroles del desvelo, ni escoge el camino que yo marqué.
Las nubes tapan las señales que guían hasta mi estrella, mientras mi piel se eriza en la espera y la enredadera silvestre de lo inevitable me envuelve con su territorialidad.
Lejos, los aplausos anuncian que la comedia llegó a su fin.
Nacerán palabras que me llevarán a tejer un nuevo post, en el que inventaré brújulas que solo marquen los días de crepúsculos bellos, sin lluvia, sin memoria inquebrantable.
Los únicos aromas que describiré, serán los de la niñez feliz, los de días de campo y de abrazos como pájaros.
Comentarios
Es... una pasada...
Un beso muy fuerte
Quizás no hay necesidad de apagar faroles, ya no hay tal desvelo.
Coincido con Escritora, leer me da paz.
Seba
Me gusta también saber que tus emociones son parecidas a las de tantos pero que no pueden ser explicadas de la forma tan perfecta como lo hacés vos.
Seba
Llegaste?
cómo te fue?
Tampoco yo me rindo, en aquello que creo vale la pena.
O sea, espero.
Besos, Mauro
Un deleite, uno resbala como por un juego de agua, se moja, delira, se estremece, y finalmente llega al remanso.
Pero inmediatamente quiere volver a empezar y te releo, una y otra vez, salpicado por los vaivenes de tu sentir, que me traen distintas historias.
Beso. Mauro
Carlos Eduardo