Mundo sin rasgos
Salió tan rápido que no se percató que le ardían los ojos, creyó que era el humo de la fogata anterior.
A los seis años escuchó por primera vez la palabra "miopía", desde ese instante aprendió que la realidad puede ser vista de muchas maneras.
Cuando cambió sus "culos de botellas" por lentes de contacto, sus compañeros dejaron de llamarla “Casimira”, transformando la burla dura en admiración sincera. La mirada de ella los dejaba sin habla, desabasteciéndolos de todo intento de olvido. En realidad, no era la mirada sola, sino el juego de ésta con su sonrisa, la ronda de luceros que acompañaban el sensual dibujo de sus labios.
La irritación persiste y decide quitárselas. No es una decisión cualquiera porque está lejos de su casa, perderse es la posibilidad más cercana, ella no puede leer el nombre de las calles, ni las discrepancias entre las mismas y las veredas. La certeza deja paso a los manotazos intentando hurgar el aire que indica la distancia entre ella y los demás. Mira sin ver a nadie, presiente el esbozo de los otros, siluetas que son sombras, luces bailando con sus dudas.
Todos los rostros son iguales en su mundo desenfocado, sus contornos se diluyen y los colores se confunden. Por eso quizás, ella se deja llevar por lo que intuye más que por la realidad, se acostumbró a jugar con las sensaciones que le transfiere esa realidad aparente, la de los otros que la ven sin ningún tipo de cristal.
Sabe que está en la plaza porque choca con un banco, cae en él aunque simula sentarse. Inventa una distracción aparente. No está asustada, no reconoce nada ni a nadie, no puede hacerlo, pero se descubre entera, segura, plena. Darse cuenta de ello hizo que recobrase de la Andrea añorada toda la luz de entonces. Fue en ese mismo instante en que los cuervos de la tristeza se dieron por vencidos y volaron buscando otra presa.
La irritación persiste y decide quitárselas. No es una decisión cualquiera porque está lejos de su casa, perderse es la posibilidad más cercana, ella no puede leer el nombre de las calles, ni las discrepancias entre las mismas y las veredas. La certeza deja paso a los manotazos intentando hurgar el aire que indica la distancia entre ella y los demás. Mira sin ver a nadie, presiente el esbozo de los otros, siluetas que son sombras, luces bailando con sus dudas.
Todos los rostros son iguales en su mundo desenfocado, sus contornos se diluyen y los colores se confunden. Por eso quizás, ella se deja llevar por lo que intuye más que por la realidad, se acostumbró a jugar con las sensaciones que le transfiere esa realidad aparente, la de los otros que la ven sin ningún tipo de cristal.
Sabe que está en la plaza porque choca con un banco, cae en él aunque simula sentarse. Inventa una distracción aparente. No está asustada, no reconoce nada ni a nadie, no puede hacerlo, pero se descubre entera, segura, plena. Darse cuenta de ello hizo que recobrase de la Andrea añorada toda la luz de entonces. Fue en ese mismo instante en que los cuervos de la tristeza se dieron por vencidos y volaron buscando otra presa.
Sus oídos son sus ojos ahora, pero no son lo mismo, por eso, aquello que no logra interpretar lo inventa. Escucha una voz aguda, supone que es una madre que hamaca a su niño, no está segura de que esta plaza tenga juegos pero cuando imagina una plaza siempre incluye niños felices.
Dos adolescentes ríen, cree que son adolescentes por la manera abierta de reír, aunque por ahí no se ríen sino se burlan y hasta le hacen señas raras, pero ella no puede distinguirlos, apenas son una mancha que se mueve a la izquierda.
Es un mundo de ella sola, sin límites claros, excepto los que crea con su fantasía. Quizás la creatividad tenga que ver con ello, con el poder ver más allá de lo que las cosas son, figurarse contornos nuevos, darle rasgos a los rostros o formas de pensar que no coinciden con las de los demás, estos “otros” imaginados a sus anchas. Ahora, la muralla de sus miradas no interfiere, es a la sensibilidad a quien debe otorgarle perfiles y como ésta no los tiene, jamás llegará a destino, lo cual es una suerte, porque la libertad seguirá siendo su eterna aliada.
Comentarios
por suerte puede ver mas allá de sus ojos.
besos
mil besos... GRACIAS por todo aiga.
Rox
Por la manera de describir el mundo miope me dice que sí. Yo también lo soy. Jamás leí una descripción tan perfecta de nuestro problema.
Pero también como dice Cecy debemos releerte, el mensaje que dejas va más allá de lo aparente.
Simplemente GENIAL.
Seba
Un beso
Saludos desde México.
Besos a Andrea.
Besos.
TORO, coincido contigo, la creatividad es eso y mucho más.
ARMIDA, tu visita es muy esperada por mí.
ELI, ese tipo de miradas de las que hablas son indispensables.
SEBA, cuántas preguntas: uno cuando escribe no puede evitar interferir con el "sí mismo", por supuesto que Andrea tiene mucho de Alicia. Es bueno escribir en nombre de ella para lograr cierta objetividad que de otra forma no me resulta tan fácil.
Gracias por tu comentario.
GONZALO: Bienvenido!, se te extrañaba. Tiempo sin visitarnos. Cómo anda Chile?.
ENREDADA: Es tal cual dices, es indispensable ver las cosas desde otra perspectiva. Verás que no son tan grises.
CECY: siempre con la palabra justa. Es una forma de ver una realidad a la que no todos se animan ver.
A todos gracias por sus comentarios.
Un abrazo.
Alicia
Es algo que admiro de ellos, los que "vemos" estamos acostumbrados a ver "con los ojos", solamente eso. Ellos ven más allá, ven con los otros sentidos.
Yo quisiera verme sin necesidad de un espejo, sería fenomenal.
Buena salud a todos.
Esa idea de la libertad que tienes me deja maravillada. Tu país es realmente fascinante.
Anahí.