Sensación de eternidad
Vamos a regresar a esas siestas pueblerinas, hermanos queridos.
Nuestros padres creen que estamos dormidos, pero hace rato que saltamos por la ventana y el campo nos ha recibido con sus brazos abiertos. Somos pequeños gorrioncitos jugando con el sol. Parecemos vestidos de Año Nuevo, risas de niños en bandada. Somos vísperas de algo bello, o somos, mejor dicho, la belleza en sí.
Siesta dorada, llena de duendes, hombres de la bolsa y pomberos, a quienes no tememos, jamás le creemos a la abuela cuando nos cuenta de ellos, porque cuando lo hace, siempre le guiña un ojo a mamá.
Siesta dorada, llena de duendes, hombres de la bolsa y pomberos, a quienes no tememos, jamás le creemos a la abuela cuando nos cuenta de ellos, porque cuando lo hace, siempre le guiña un ojo a mamá.
Tarde sin horas, infinita, de no ser por las sombras que la quieren negar y esos pájaros regresando a sus nidos. Todo a nuestros pies descalzos, el futuro despertando, llenando los vacíos que vendrán después…
Si pudiéramos rogarle a la noche que se retrase un poco, porque nuestra inocencia no desea dormir ni renunciar a esta sensación de vida eterna, aunque las gallinas ya en sus zarzos, espanten toda posibilidad de ello…
Comentarios
Un abrazo en la mañana,
Rafael
Felicidades y Besos. María
aquellas siestas de las que nos escabullíamos, tiempos de inocencia
que el tiempo ha dejado en el camino.
Un abrazo muy grande
Buen día Alicia,
te dejo un fuerte abrazo.
Hasta pronto.
saludos
Son hermosos, pero me ponen nostalgico.
Buen texto.
Un abrazo.
Hermanos y amigos a la búsqueda de poder sentir el polvo en los pies, sin miedo a cuentos de mayores, sin miedo al hombre del saco...
Es la felicidad.
Un fuerte abrazo, querida Alicia.
Muy bello tu escrito, Alicia...Precioso.
Un abrazo.
Un beso grande.
Un fraternal abrazo.