Dolor de ex almacenero
-Desde que ellos llegaron, los gatos se fueron. Por eso pululan
las ratas, la madriguera más grande vive entre los rollos de papel higiénico y
los fideos de su local.
Trabajan 25 horas al día, toda la familia, no contratan argentinos, excepto al carnicero, pero imagino que tampoco lo dejan usar las
heladeras, a juzgar por el olor a podrido que sale de allí, ya en la góndola de
las gaseosas se hace sentir, lo cual no es tan malo, porque gracias a eso pude
abandonar mi adicción a la más conocida de ellas y también logré perder unos
cuantos kilos. Mi cardiólogo lo aprobará.
No te miran a los ojos, nunca lo hacen.
Pueden hacer tres
cosas a la vez, discutir el precio con un proveedor, cobrarle a un cliente y
hablar constantemente por celular en su idioma con alguien que vaya saber uno
quién es… Pero a mí me da la sensación que puede estar burlándose de la cara de
tal, o del caminar de aquel, porque a veces se les nota algo así como una curva
que parece ser una sonrisa.
Tienen trabajando hasta la suegra de 95 años, ella descarga
la mercadería de los camiones, porque así le hacen precio al dueño. Pobre... en su caso no me importa que no me mire,
creo que ya no ve de tan viejita que está.
Ellos se adueñan pero no se integran, por ejemplo, la
monjita del comedor comunitario fue a pedirles un paquete de azúcar para la
leche de los chicos, pude ver cómo la dueña señalando con su dedo índice la
calle, le gritaba “¡No tengu! ¡No tengu!¡No tengu!”
¿Cuál era su pregunta, vecina? ¿Si me había enojado que
ellos pusieran justo enfrente de mi negocio el supermercado? ¡Nooooo! ¡Para
naaada! Lo que le dije antes es la pura verdad, porque lo compruebo todos los días,
si desde que llegaron lo único que hago es mirar.
¿Enojado yo? ¡No! ¿Qué voy a estar enojado? Estoy dolido, con rabia, afectado, deprimido, así estoy, porque
sufro mucho cada vez que algún vecino me reconoce como el ex almacenero del
barrio...-
Comentarios
Un abrazo en la noche.
Pero es tan real... en cada esquina nos encontramos con un supermercado chino, los almaceneros no pueden competir con sus precios (creo que ellos no pagan impuestos)
En fin, no sé si decidirme por tu prosa o por tu poesía, creo que están a la par.
Gracias, querida Ali
Si cuando era el único que vendía en el barrio sus cualidades humanas eran inmejorables, algo dudoso de creer, posee toda la razón. Si no era así, el famoso quítate tu para ponerme yo es la patética realidad de una sociedad que pivota sobre un único punto: la ley del más fuerte.
Es posible, sólo posible, que el almacenero obtuviese pingues beneficios antes de la avalancha de millones de productos de pésima calidad pero baratos, más al alcance de quienes han sido sistemáticamente esquilmados por dirigentes aprovechados por y para beneficio propio.
Es posible que fuese un honrado comerciante arrollado, pisoteado y empobrecido por esos mismos regidores de la sociedad en la que se encuentra.
En ambos casos, contra unos u otros, tiene motivos para enrabietarse y dejar de ser utópico.
Un fuerte abrazo, querida Alicia.
UN BESO
Yo estoy seguro que hay muchos personajes como el xenófobo del relato. Son los que se criaron en las épocas de la fácil ganancia.
Mi abuelo tenía su "boliche" de barrio: un pequeño almacén, desde 1930, aproximadamente.
El sacrificio que significaba la atención del mismo, hizo que ni mi tía, ni mi padre, quisieran heredar el negocio, cuando él ya se jubilaba y mi abuela carecía de salud.
Mi padre, ya de niño, cargaba la canasta de los pedidos; como consecuencia de ello, uno de sus hombros estuvo caído por el resto de su vida.
Ganaban poco y debían soportar con estoicismo a los clientes maleducados del barrio, ya que de ellos vivían.
En cierta oportunidad, en que mi otro abuelo (y futuro consuegro) se quedó sin trabajo, fue mi abuelo almacenero y le dejó una canasta llena de comestibles, diciendo: "me los paga cuando puede". Eso me lo contó un tío mío, beneficiado de la generosidad del que muchos años después sería el suegro de su hermana, mi madre. Mis abuelos almaceneros eran asturianos.
Eran otros tiempos, ¿no?
Un abrazo desde el sentimiento.
Es complicado el tema, mucho. La convivencia siempre es difícil. Algunos veterinarios aconsejan no mezclar tipos de vacas diferentes porque se estresan. Algo de ello hay si somos honestos: convivir nunca es fácil, y hacerlo con personas con costumbres dispares mucho menos. Lo de no mirar a los ojos que dices, por ejemplo, se trata de rasgos culturales que desde nuestra cultura occidental malinterpretamos.
El racismo es algo contra lo que debemos luchar todos y cada uno de nosotros. En mi ciudad nadie era racista hasta que comenzó a llegar gente de otra cultura. Así pues la xenofobia es una lucha íntima. De todos. De quienes están sobre todo. Pero también de quienes llegan, que deberían intentar adaptarse ni que fuera mínimamente a las costumbres del país. Ya ves, no soy xenófobo, pero... jajajaja.
los del precio bajo y la calidad
por los suelos, más importante que el trato es el dinero, dinero ...
y dinero
Muy bueno tu relato Alicia.
Un beso
Existen estabecumientos de ese estilo porque hay clientes que los "alimentan"...
Un abrazo, Alicia
Lo que se descubre en esas miradas...
Fantástico tu relato.
Un abrazo fuerte desde mi Librillo.
A eso se le llama antihigienico, nocivo, sucio, insano, etc...
Besos, kiss, petonets.