Membretes

Intentamos darle un nombre, el que sea, para explicarnos ese instante que sucede entre dos relámpagos, el que buscamos cuando nos hieren de muerte y la aceptación de estar obligados a no darnos por vencidos.
Llamar de alguna manera al lugar que alguna vez ocupara alguien que deseamos olvidar, pero no se olvida, vacío que no se puede volver a cargar, cartucho de lapicera que quisiéramos tirar, pero no lo hacemos porque es con el que escribimos lo más importante que hemos escrito.
¿Cómo se le dice al que pudiendo, no quiso, y a quien quiso no pudo?
¿Y a esa carta que sigue ahí, sin ser liberada? Tiempos de comunicación veloz y de carteros mudos.
¿Qué nombre tendrá un amor que no existe pero creemos que sí?  
¿Cuál es el nombre de la ausencia sin ausencia, ese sentirnos incompletos sin necesitar nada?

Algo nos estremece, algo que muchos morimos sin saber qué es. Quizás por no poder nombrarlo, seguimos buscándolo. Aunque nos sabemos incapaces de hallar la causa de nuestra marcha, seguimos, más solos que antes de darnos cuenta de ello, menos sabios y quizás  menos cuerdos. Pero continuamos y nos atenazamos a lo que creemos haber escogido, dudando de todo, sabiendo que es mejor la duda a un mundo de certezas, la caída es menos dolorosa...

Quizás por intentar nombrarlo todo se nos escapa lo que no desea ser nombrado. Al darle un nombre le pegamos un membrete  a eso que antes no sabíamos  darle respuesta. Lo mejor y lo peor vivido  por nosotros no tiene nombre. La vida no puede encerrarse en un diccionario,  ni siquiera lo más terrible puede ser encerrado, porque le estaríamos quitando posibilidad a lo más bello por vivir.

Hasta mañana. Les dejo un abrazo, mis compañeros de ruta.

Comentarios

Rafael ha dicho que…
Muchas preguntas y pocas o ninguna respuesta, lo reconozco. Si acaso mi abrazo en la noche y con él mi amistad.
Que tengas un lindo miércoles.
LAO ha dicho que…
Es acertado tu concepto Alicia. Pero nosotros somos los carceleros y no el diccionario. Eso sucede cuanto tememos a algo. Tengo entendido que en sus orígenes el "nombrar" significa tomar posesión y es por ese motivo que somos nosotros mismos los que apresamos. Un saludo afectuoso.
Armando ha dicho que…
La vida es muy hermosa, Alicia. Somos nosotros los que, de alguna manera, tomamos sendas equivocadas, dejándola , a veces, sin sentido. Hacernos preguntas, nos ayuda a encontrar las claves, y con sentido común y nuestras posibles actitudes positivas, seremos capaces de lograrlo.
Un abrazo.
Narci M. Ventanas ha dicho que…
En el mundo, en la vida, en los sentimienos, en el pensamiento, hay aún muchos elementos sin nombre, muchos significados sin signnificante, pero gracias al cielo, para eso está la poesía, para nominar lo inominable y expresar lo inefable... o al menos... intentarlo.

Besos de primavera incipiente.
karras ha dicho que…
Quizas sea como la búsqueda del horizonte que nunca alcanzas perote ayuda a seguir caminando.
Besos Ali.
Marisa ha dicho que…
Por desgracia
¡Hay tantas cosas
en el mundo innombrables!

Estupendo este texto Alicia.

Un beso
Muchas veces nos quedamos sin palabras, pero tenemos en la cabeza un rinconcito para todos los recuerdos.
Estupendos tus pensamientos amiga.
Un abrazo fuerte.
Luis Madrigal Tascón ha dicho que…
Alicia, no te angusties más. A ese instante entre dos relámpagos, referido a la muerte de alguien a quien se ha querido tanto, es imposible buscarle un nombre, porque humanamente no lo tiene. No puede tenerlo, a su vez, porque la desaparición de la existencia, sea del modo que sea, es indescriptible y, en el orden temporal, escandalosa y exorbitantemente absurda e inexplicable, por tanto. Tanto tanto, que casi parece afectar a la misma esencia. Pero, sí tiene nombre la Virtud, convertida también humanamente en "mecanismo psicológico" para llenar el lugar que ellos llenaron. Se llama Esperanza. Por eso no debemos desear olvidarles nunca, sino recordarles siempre tiernamente, dentro de una dulce paz interior, en la certeza de que volveremos a verles.

Por contra, la situación, tan repetida de asistir al conflicto de poder y no querer, mientras el que no puede quiere, quizá recuerda, para el primero, el drama de Hamlet y para el segundo el suplicio de Tántalo.

El amor, siempre existe si se cree en él. La ausencia sin ausencia, es presencia viva y palpitante. Todo el que busca, encuentra algo que le conforta y le hace vivir como si lo tuviera, aún sin encontrar nada. La sabiduría más "sabia", es la felicidad. No "esa" que dicen que no existe, sino la perfección del ser en el bien, que implica saber renunciar a lo que se quiere para que otro pueda ser feliz, dentro de lo que puede.

No creo que necesitemos nombrar nada, ni lo que se nos escapa ni lo que se nos adhiere mientras vivimos. Por eso estoy de acuerdo, en cambio, en que lo peor y lo mejor vivido no puede tener nombre. Por la misma razón, porque no necesitamos que lo tenga.

Bellísimo y profundo texto literario.Tengo que disentir, muy sinceramente, del señor al que el otro día no sé qué dijo que le daba, al descubrir blogs como el tuyo. Yo, sí sé lo que me da. Mucha calma, dentro de una cierta sonrisa. Un beso, Alicia.

Luis Madrigal.-
Sara O. Durán ha dicho que…
He sentido lo que describes.
Besos.

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