Pobres caballitos

No puedo dejar de temblar. Rabia e impotencia hay en mí.
Lo había visto cargar más de lo que podía cargar. Broza, ladrillos, basura que algún vecino no sabía dónde tirar.
Un joven insensible lo gobernaba. Le dije más de una vez que lo soltara en algún campo, que viese por un rato la libertad. Le conseguí de un verdulero aquello que le podía dar. Después me enteré que el joven se lo llevaba pero nunca lo compartió con él.
Parecía reconocerme, o quizás a mí se me ocurría. Siempre que lo encontraba, me miraba. 
Hablé con el dueño primero, luego me enteré que no lo era, era peón de otro peón. 
Que hable con la  Municipalidad me dijeron. Así lo hice. Nadie respondió del otro lado. El contestador me decía que si conocía el interno marque, que de lo contrario espere y alguien me atendería. Nadie me atendió.
Como nadie atendió al caballo. Quizás fue por casualidad, yo vi cuando cayó. El peón del peón lo castigaba para que se levantara.
Intenté quitar el palo con el que le pegaba, amenazó con pegarme a mí. No le tuve miedo. Salieron vecinos a enfrentar a este engendro insensible.
El caballito apenas movió el pescuezo, rebuznó algo que parecía decir “hasta aquí llego, hermanita” y se murió. Lloré. Como en siglos, lloré. Lágrimas que se guardaron tanto tiempo aflojaron en el momento.

 Reitero la denuncia por maltrato. Inútil todo. Pero no le tengo miedo al violento, ni a su látigo....

El pobre caballito estuvo tirado al costado del camino más de dos días. No  supe quién lo había llevado. Mejor, me gusta imaginar que se levantó por sí solo y estará pastando como yo le había prometido.
Nota: cuando cosas como éstas me sobrepasan y no encuentro la manera para acercar una manera de que paren con tanta irracionalidad, publico estas entradas,  perdón si contagio pesadumbre.
Temo que todo quede sin solución, basta de proyectos que no se cumplen, de leyes que no se tienen en cuenta, debemos hacer algo, no mañana: Hoy. 
Hace un rato vi pasar  a otro tipo, cargando hasta donde podían las fuerzas del caballo, recibiendo la misma ira que el anterior. Me pareció ver que era el mismo carro.  
Debo aclarar que hay dueños de estos carros que tienen muy bien cuidados a sus caballos, cuando lo descubro se los hago saber y los felicito.
Prometieron en Córdoba cambiar los carros por motos.
Yo no pido tanto, quizás si la municipalidad les brindase un veterinario gratuito a los cartoneros, controlaran estos caballos de manera periódica, o por ahí algún profesional pudiera donar sus servicios  ya que quien debe hacer no hace. 
 Hasta ahora nada ocurrió. Los carros tirados por estos caballitos hambrientos y maltratados,  pululan por todos lados. Sé del hambre y la pobreza de los dueños de estos caballos, lo que no entiendo es su violencia y maltrato. Quizas descargan la rabia de su suerte en el lomo de ellos.
Pero no me toquen los caballos, no los hieran,  por favor ¡No!
Pero la esperanza del cambio está, por ejemplo el trabajo de la Agrupación: Caballos Libres Córdoba

Comentarios

Carver ha dicho que…
Que triste..., no encuentro las palabras, tan solo lágrimas ... Un abrazo.
salud equitativa ha dicho que…
la sociedad se está transformando en un lago de ignorantes, vagos, necios, delincuentes, que desprecian la vida ajena tanto como la propia, escudándose en miserias que ellos mismos cultivan. da asco...
karras ha dicho que…
Nos llamamos humanos sin derecho a hacerlo.
Humano significa comprensión, empatía, generosidad y ante todo eso......humanidad.
Asco de especie somos que no debería haber existido.
Besos Ali.
Es una pena, no es la intención de tu blog, pero hoy has entristecido a todos tus seguidores.
Un abrazo fuerte amiga.
Rafael ha dicho que…
Hay actos que no tienen remedio y solo nos queda denunciarlos como tú haces en estas letras.
Un abrazo.
Sara O. Durán ha dicho que…
Qué terrible, pobrecito!
Besos.

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