Cuando el cielo no es celeste
Queda un poco de luz entre las uñas de la noche. Aún puedo distinguir tu nombre.
Te llamo. Al llamarte, de una rama de mi vida se descuelga el recuerdo de la última vez.
Lo silencio en un instante, tomo de sus patitas a ese recuerdo y lo arrojo bien lejos.
Que no me venga a gritar que te perdí, digo, nos perdimos.
Ya sin su molesto grito, vuelvo a nombrarte.
Como si nombrarte hiciera posible borronear el punto final. Es que yo creí -hasta hoy- que era un paréntesis, los paréntesis como siempre andan de a dos, uno puede juntarlos para que no protesten.
¿Por qué no intentar con otro nombre?
Me digo que de nada serviría, sería nombrar por nombrar. Como aquel que se acuesta con mil mujeres sin saber que lo que busca, en definitiva, es a la primera. Por eso prefiere despertar solo.
Que no, el cielo no es azul, mucho menos celeste. Es del color que me enseñaste, aunque ahora esté tan gris.
Te llamo. Al llamarte, de una rama de mi vida se descuelga el recuerdo de la última vez.
Lo silencio en un instante, tomo de sus patitas a ese recuerdo y lo arrojo bien lejos.
Que no me venga a gritar que te perdí, digo, nos perdimos.
Ya sin su molesto grito, vuelvo a nombrarte.
Como si nombrarte hiciera posible borronear el punto final. Es que yo creí -hasta hoy- que era un paréntesis, los paréntesis como siempre andan de a dos, uno puede juntarlos para que no protesten.
¿Por qué no intentar con otro nombre?
Me digo que de nada serviría, sería nombrar por nombrar. Como aquel que se acuesta con mil mujeres sin saber que lo que busca, en definitiva, es a la primera. Por eso prefiere despertar solo.
Que no, el cielo no es azul, mucho menos celeste. Es del color que me enseñaste, aunque ahora esté tan gris.
Comentarios
Un abrazo.
Besos.
Un abrazo fuerte amiga.
Un beso, Alicia.