Los ancianos nos enseñan a no temer al silencio.
Los ancianos nos enseñan a no temer al silencio porque un día fueron voz y juntaron la suya a la de tantos y sus horas crecían en sonido compartido. Supieron de pájaros persiguiendo un cielo, de ropa de niño esperando al viento, de pan recién horneado congregando a los suyos y de la paz de la casa cuando todos dormían. Los ancianos nos enseñan a no temer al silencio, al único que le temen es al de los que pudiendo hablarles, prefieren no hacerlo, porque ya los consideran muertos.