Descubrimiento
Desde el lejano acantilado de la sinrazón, me llama tu recuerdo de arena y lluvia. T raspasa el olvido. Florece y me viste de sol.
Una nube con forma de ángel mete a las otras nubes en su corral y detiene su éxodo. El cielo entiende, el cielo me acompaña.
Hasta que te veo, hasta que otra vez digo “te quiero” y me doy cuenta que la música que pretendía no escuchar era la de tu alma que me buscaba desde otro lugar, distinto al mío pero que existe, aunque yo no quiera verlo, aunque no quiera creer en algo más.
Comprendo que la oscuridad no es tal, que todo es agua abriéndose a tu imagen.
La herida ya no sangra, el secreto se ha librado de la carne.
Rompo el silencio y me sé enamorada por un instante, el instante que dura tu sombra, allá en el cielo...