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Florecen palabras

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Voy a respirar profundo. Que al mundo no le faltan miserias. Hasta las flores lo dicen. Las caléndulas han florecido pequeñitas, diminutos soles entre la hierba. Una palabra que ya nadie pronuncia está a punto de parir otras palabras. Luego será el milagro y el poder de cubrir con sus alas el tiempo de silencios impuesto por los egoístas de siempre, aquellos que les molesta o no las entienden, por eso las matan. Esta vez,  en cuanto nazcan las palabras, serán cubiertas por una película mágica que les permitirá no ser vistas por los asesinos de ellas. Así, nuestros corazones volverán a su campanario y estas palabras se encargarán de hacerlos repicar, como antes. Algo parecido a lo que hace el viento con las caléndulas... 

La costurera

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Aprendió a coser porque se le deshilvanaba el tiempo. Su aguja buscaba el hilo del silencio. Logró bordar el infinito con rayos de luna y vientos difíciles de gobernar. Entre puntada y puntada, las estrellas dibujaron sus sueños, que por redondos y viejos, quedaron atrapados en la seda de su soledad sin devanar.

Circunstancias

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Quizás me enamoró el que llegaras a tiempo, justo cuando más solitaria me hallaba. Fue el instante, salvador de aquel tiempo. Luego, te hiciste costumbre y mi soledad se fue lejos. Imagino que te has ido para tener la posibilidad de llegar otra vez en iguales circunstancias, cuando yo descubra  que necesito ser   salvada.

En el hombro de la tarde...

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Cuando el cielo no es celeste

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Queda un poco de luz entre las uñas de la noche. Aún puedo distinguir tu nombre. Te llamo. Al llamarte, de una rama de mi vida se descuelga el recuerdo de la última vez. Lo silencio en un instante, tomo de sus patitas a ese recuerdo y lo arrojo bien lejos. Que no me venga a gritar que te perdí, digo, nos perdimos. Ya sin su molesto grito, vuelvo a nombrarte. Como si nombrarte hiciera posible borronear el punto final. Es que yo creí -hasta hoy- que era  un paréntesis, los paréntesis como siempre andan de a dos, uno puede juntarlos para que no protesten. ¿Por qué no intentar con otro nombre? Me digo que de nada serviría, sería nombrar por nombrar. Como aquel que se acuesta con mil mujeres sin saber que lo que busca, en definitiva, es a la primera. Por eso prefiere despertar solo. Que no, el cielo no es azul, mucho menos celeste. Es del color que me enseñaste, aunque ahora esté tan gris.

Noviembre y la tarea de los ángeles

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El fin de las caras de traste

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 Voy a buscar sapos para liberarlos de maleficios, que las patas de conejo estén con sus dueños, las plantas de ruda se alejen de las puertas. Nada de cábalas, no las necesito. Nada de artilugios para atraer la suerte. Lo único que quiero es que la gente vuelva a reír. Mañana saldré a la calle con una gran bolsa de residuos. En cuanto vea a uno con cara de traste, tomaré esa cara y la arrojaré dentro de la bolsa. Seré cautelosa. Habrá que cerrarla bien. Porque en cuanto tire otra cara de algún tipo que se me cruce con mal humor, esa cara intentará pelear con la anterior.  Así,  hasta llenar la bolsa. Bolsa que pondré dentro de otra bolsa más grande, por si en la pelea rompen la primera y alguna escapa. A la noche pasarán los carreros, creerán que es buen cartón para vender y se las llevarán. Quizás, si tienen suerte hasta las reciclan y las conviertan en caras de buen humor. Ojalá les pinten una gran sonrisa. Y así todos los días. Hasta que no exista un solo tipo/a con cara de