No hay manera de describir a la nostalgia sino se la ha vivido, es como intentar describir una frutilla sin jamás haber comido una. Podemos hacerlo externamente, cortarla, comprobar su textura pero sólo al probarla sabremos definirla, aunque no sea tan fácil hacerlo. Con la nostalgia sucede lo mismo, hasta que no la probamos no podemos hablar de ella con exactitud, no es algo simple intentar encerrarla con palabras, siempre queda algo no dicho, porque la nostalgia misma tiene ese rasgo de vacío indescriptible, algo que se omite sin saber bien qué es. Se reconoce al nostálgico por su mirada, es distinta a la mirada de aquellos que no saben de ella, una mirada buscadora de algo que no tiene, esa eterna necesidad de llenar un lugar que quizás esté oculto pero se presiente. Esa imperiosa necesidad de regresar a algún punto pero sin saber bien dónde queda ese lugar. La nostalgia es una oración sin punto final, luego del punto y coma queda el renglón en blanco como esperando que lo escriban ...