En el país de Alicia Abatilli

 Has borrado el otoño y comienzo a extrañarlo. Porque vienes con flores despertando el aire y me convences que ya es septiembre. Llenas de ruido la casa, se escapan los miedos. Abril se intimida con tu promesa de hojas verdes y como aún creo en los milagros, prefiero dejarte hacer… Pero mi único árbol, ese amigo, el que jamás me ha mentido, golpea mi ventana con sus ramas desnudas, me recuerda otras primaveras inventadas, esas que murieron al llegar julio. Porque quizás, si dudas de algo,  no sea bueno que me inventes primaveras, amor. Después, cuando el invierno llegue, así, brutalmente, no sabré qué hacer con el frío y el silencio aullando sobre tus huellas.

¿Dónde nació el olvido? ¿Qué lugar de la memoria quedó vacío? Un espacio sin regreso sabe del oscuro silencio. Quizás sea mejor así, era inevitable despoblarme de sus besos. Cada tanto en este desnudo cielo  una nube alada dibuja un nombre que no leo. Mientras, un ángel encierra una nube  en el corral de las nubes de otro tiempo. Aunque nada veo, tiemblo… ¿Será cosa de la memoria que no entiende de huecos?

Soy más yo cuando me atrevo y escribo, Aunque quienes me conocen dicen que no soy la misma. Que sonriente cabalgo el día y por todo paso sin sombras. Pero en mis letras los colores se vuelven niebla y al leerme no saben a quién leen, porque en nada me adivinan Si se acercan a mis versos y me leen de soslayo, me descubrirán mirándolos de frente, con las manos abiertas esperando a la lluvia que se acuerde de mi última siembra. Simpleza y acto, tierra y cielo es lo que ofrezco. 

Es algo pasajero, como les dije alguna vez, jamás cerraré este blog, esencialmente por sus comentarios, por respeto a cada palabra que me han regalado. No tengo internet en casa, ustedes dirán, "puede ir a un ciber", sucede que por mi situación familiar es complicado hacerlo, hoy sólo entré para explicarles el motivo de mi ausencia y dejarles la tranquilidad que estoy bien. Uno va haciendo amigos verdaderos por este medio, lo compruebo día a día, lo que explica el  no necesitar vernos a diario para sentirnos así. Regresaré en cuanto pueda conectar internet en mi hogar otra vez, mientras, deseo que sepan que sigo pensando en ustedes. Como no puedo ver el tema de los comentarios, para que ustedes puedan hacerlo quito la verificación de los mismos, pero debo agregar la odiosa verificación, esas molestas palabras borrosas, que sólo las ven los que las crearon y quienes se esfuerzan y buscan una lupa... Cuidense mucho. Hasta muy pronto. Los abrazo.  ...

Creo que el otoño nos habla de lo que tuvimos, Esas que olvidamos, silenciosas,  pero no perdidas. El viento confirma  esa búsqueda de huerto sin labrar, pensamientos que juegan con el misterio. El otoño es el umbral de todo, de lo que fue y su desnudez. Alegría que nos llevó lejos, musgo de los años que se hacen verbo. Es cuando corroboramos que los árboles no lloran al perder sus hojas, sueñan con las próximas.  Hasta el río sueña con otro ritmo entre las piedras, uno que habla de orillas sin conquistar. Pero lo que no tiene el otoño es sentido de ausencia, aunque todos hablen de ella. Todo él tiembla esperando que se cumpla un juramento, ese que la vida le hizo allá en lo eterno,  que aunque todo parezca ocre y luego gris,  está dormido el verde en su lecho de madreselvas.

Viene de cualquier parte, como el viento. A su paso deja aroma a sol y menta No todos pueden verla, para eso, hay que saber soñar. Es tímida.  Si le hablas, prefiere que no la nombres. Si tienes suerte, cantará. Su canto será un ruego, será verso que se hospeda en cada gesto, será pensamiento que no podrás dejar de pensar. Cuando se va, sientes que jamás estuviste tan solo, se desgrana tu cuerpo en su recuerdo, te haces campana y buscas su eco pero ni el aliento la retiene y te descubres hueco…

Aquí está, corazón y misterio, pájaro de plata que traspasa la miseria y se sosiega en un cielo de nubes que son sus alas. Es día de gozo que conmueve el tiempo. Cantos que hablan de primaveras  iluminadas. Alguien se acerca,  decreta la muerte de la hipocresía. Temerosos, los perversos, siembran a sus pies serpientes, pero su voz se  alza al instante, mira más allá de la niebla, y deja al desnudo, como los árboles en invierno, todo el mal que anda suelto…