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Dueño

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Tiene un lunar justo donde no puede mostrarse. Algunos intrépidos llegaron a verlo, pero su urgencia animal, no les permitió reparar en su forma de corazón mutilado. Tú elogiaste su diseño, agotaste sus extensiones. Sin petulancias inútiles, le hiciste un poema y te apropiaste de él.

Caos aparente.

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En una nube de papel glasé vamos colgando las ilusiones. El aire se despabila buscando vientos que huelan a miel. En ese instante, dejo de hablar del “afuera” para navegar en dulces sueños promesantes de insensateces fecundas. ¿Quién dijo que el orden " siempre, siempre " es productivo? Creo que el caos también puede llegar a ser una fuente de riqueza inagotable. Hay un desorden sin forzar ni aprender. Simple como el más puro acto de amor. Un desorden que no busca agudezas mentales sino que está ávido de lo insólito e inesperado. Es el desorden de los sueños, ese que tanto trabajo le diera a Freud y a sus seguidores… Yo no me empeño en descifrarlos. No busco el porqué sueño que llego hasta la plaza principal de una ciudad desconocida... sin zapatos. No me importa si es síntoma de inseguridad, rescato la libertad que sentía al caminar descalza en los lugares prohibidos… es un desorden que va de la mano con el desasosiego, pero éste no oprime ni lastima, sino que es bienvenido.

Dedicatoria.

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A mi cárcel de uvas llegó a rescatarme este Soneto de Luis. Lo comparto con ustedes y les regalo mi "plenilunio alado" de anoche . UN SONETO AL AMANECER, PARA ALICIA MARÍA ABATILLI. Se retira la sombra que perece, cual si fuera un fantasma desalado; huye y se esconde al día, que ha alumbrado la sonrisa del sol... Es que amanece Una paloma blanca, ya aparece mensajera de amor embelesado, sin burla, ni ambición, ni gesto airado, ni brizna del veneno que envanece. Lleva en su pico el perfume alado de una magnolia viva, no marchita. Llega a lo alto, en vuelo enamorado. Se olvida de la tierra, que se agita... Y ya el soneto -Alicia- está acabado, si a la luz de una vela, el amor grita. Con todo mi cariño Luis Madrigal Madrid, 21 de Abril de 2008 http://luismadrigal.blogspot.com/

Pasa. Te esperaba.

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Hoy no escribo, prefiero agasajar tus senti d os. Te dejo frutas frescas y dulce de nara njas casero. Sírvete cuanto quieras. Estoy atrapada en un grano de uva. ¿Me puedes ver? Cuando salga de él, charlamos un rato ¿Sí?.

Mundo sin rasgos

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Salió tan rápido que no se percató que le ardían los ojos, creyó que era el humo de la fogata anterior. A los seis años escuchó por primera vez la palabra "miopía", desde ese instante aprendió que la realidad puede ser vista de muchas maneras. Cuando cambió sus "culos de botellas" por lentes de contacto, sus compañeros dejaron de llamarla “Casimira”, transformando la burla dura en admiración sincera. La mirada de ella los dejaba sin habla, desabasteciéndolos de todo intento de olvido. En realidad, no era la mirada sola, sino el juego de ésta con su sonrisa, la ronda de luceros que acompañaban el sensual dibujo de sus labios. La irritación persiste y decide quitárselas. No es una decisión cualquiera porque está lejos de su casa, perderse es la posibilidad más cercana, ella no puede leer el nombre de las calles, ni las discrepancias entre las mismas y las veredas. La certeza deja paso a los manotazos intentando hurgar el aire que indica la distancia entre ella y los d

La quema de recuerdos.

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En el límite exacto donde termina el llanto y empieza la nostalgia, descubre que está cansada de ser la de siempre. De que lo no dicho se acumule en el altillo del después y amenace con caérsele encima en cualquier momento. Está harta de su recuerdo, de que la vigile desde esa vieja fotografía, como si aún se creyese con derecho a inspeccionarla… Ver alguna carta o los carteles ingenuos con los que intentaba sorprenderla de vez en vez, son un motivo para que sus lamentos sin vadazos intenten encharcar su presente. Decide dejar de atizar a la soledad, por ello enciende una fogata con todos los “no” crujientes, con su enajenación, el catálogo de los fragmentos de su amor y sus “te kiero” tendidos en el alambrado de la duda. Avivan la hoguera una brújula señalando la tristeza recorrida estos últimos años, las pesadillas cotidianas al intentar nadar allí donde el río ya estaba seco y las anteojeras que le impedían ver el sinsentido de sus esfuerzos. Como sucede en algunos infiernos, compru