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Presentimiento

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El eterno retorno a la tarde aquella que decidió por ella más que por él, hace que comprenda que su vida nada tiene que ver con lo lineal. Una y otra vez sus pies buscan aquellas huellas, que de tanto repetirlas, se fueron profundizando hasta caer en ellas. Quizás el viento del desierto es el que siempre lo impulsa a buscar el oasis prometido. Teme que este oasis sea otra gran mentira. Sí, quizás sea el viento el que le haya secado las lágrimas. De todas formas la tristeza hace lo suyo humedeciendo su esperanza agónica… Lejos, muy lejos presiente que alguien viene a su encuentro, alguien desconocido pero ansiado a la vez…

El sueño del abuelo

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"-Abuelo soñé que la tierra se moría, tengo miedo-" - No llore mi niño lindo, eso no es cierto. Le voy a contar cómo será el mundo dentro de un tiempo- Será un mundo en el que la tristeza quedará en suspenso. Las pasiones se abrirán con el primer rocío y los labios se prepararán para el beso. La desconfianza se irá con el silencio, lejos muy lejos. Se ahogarán los espejismos en su propio reflejo. Los trenes no sabrán de estaciones ni de regresos. El motivo principal para las manos será la de dar abrigo. Los relojes esconderán la prisa, porque el tiempo se regirá por el de cada sonrisa. Nadaremos sin miedo a lo profundo. Nadie tendrá miedo a quedar dormido. Los otoños sembrarán de dorado el trigal de nuestros sueños. Las mariposas vivirán mil años y las fieras silenciarán su rugido. De la ausencia no se tendrá más noticias porque se habrá ido en la última nave con rumbo al olvido. El amor descubrirá que en el presente se vive mejor que en la espera, comprenderá que no se justi

De las caricias

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No es poca cosa ser una caricia, cualquiera sea ésta: Breve, profunda, limpia, sincera, amante. Caricia de abuelos, de niños, caricias de madre. Caricias que vuelan distraídas, bien intencionadas, Caricias entre las sombras o a pleno día Caricias robadas, caricias ganadas. Caricias que traen más caricias. Caricias del sol de invierno al mediodía. Caricias de la luna y sus tantas rondas… Caricias-mariposas, las de la brisa. Caricias sonrisa, caricias mirada, caricias palabras. Caricias que no discriminan razas, edades o linajes. Caricias que duelen porque señalan despedidas Caricias que conmueven porque son anheladas. Caricias jamás dadas pero tantas veces soñadas. Caricias cosquillas, caricias recuerdo. Caricias consuelo, caricias acierto. Caricias salvadoras, caricias que recobran confianza. Caricias portadoras de vida entre tanta desesperanza. Sí, no es poca cosa ser una caricia…

Psicoanalistas a sus zapatos...

Quien diga que siempre, siempre está bien se miente a si mismo. El ser humano es complejo y por tal no puede experimentar una sola emoción, hay tantas en él, a veces no las reconoce, ese es el problema. Sí pueden predominar unas sobre otras, pero muchas veces las que andan ocultas son las que más molestan. Según parece el hombre está condicionado a sus primeros cinco años de vida, allí se estructuraría toda su personalidad, eso lo dicen los psicoanalistas y de ahí no los sacan… Cuando hablo de las primeras experiencias infantiles y del inconsciente no puedo dejar de hablar de don Freud. Yo me pregunto ¿qué pasaría con él si viviera en este siglo, en el que los investigadores han dado en llamar el siglo de la Genética ?. ¿Qué pasaría con su teoría de la homosexualidad, el complejo de Edipo y demás yerbas cuando se vayan revelando estos misterios, no ya a nivel de lo inconsciente sino a un nivel mucho más real? ¿A quien cargaría la culpa? Los padres ya no se serán los culpables de todas

Río de escamas

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A veces creo que el dolor va haciendo crecer en algunas personas algo así como pequeñas escamas, cada vez más duras para ser penetradas. Nada los conmueve. Los otros tendrían que saber muy bien dónde pegar para lograrlo, pero ellos se encargan que nadie lo descubra. Cada vez que evidencian que alguien "duele", cierran esas escamas-coraza a voluntad, como para no contagiarse, para no ser vulnerables quizás. Llegará algún día que de tanto amontonar dolor, las defensas colapsarán y ahí sí veremos cómo se van desgranando en lágrimas, hasta convertirse en un río de escamas.

Amarte era correr junto al viento

Tengo confusa tu sombra en el recuerdo como si el afuera callase lo que siento. Entre tantas idas y venidas queda el silencio, por la ventana se escapa el lamento. Sé que amarte era correr junto al viento dibujando en mi alma delicados senderos en los que la risa se citaba con el encuentro y la esperanza se casaba con tus besos. Pero se acerca el vacío ¡Maldito sea! Con él llega venerar el rumor de unos pasos y apuntalar el corazón para que no muera.

Si de nostalgia hablamos…

No hay manera de describir a la nostalgia sino se la ha vivido, es como intentar describir una frutilla sin jamás haber comido una. Podemos hacerlo externamente, cortarla, comprobar su textura pero sólo al probarla sabremos definirla, aunque no sea tan fácil hacerlo. Con la nostalgia sucede lo mismo, hasta que no la probamos no podemos hablar de ella con exactitud, no es algo simple intentar encerrarla con palabras, siempre queda algo no dicho, porque la nostalgia misma tiene ese rasgo de vacío indescriptible, algo que se omite sin saber bien qué es. Se reconoce al nostálgico por su mirada, es distinta a la mirada de aquellos que no saben de ella, una mirada buscadora de algo que no tiene, esa eterna necesidad de llenar un lugar que quizás esté oculto pero se presiente. Esa imperiosa necesidad de regresar a algún punto pero sin saber bien dónde queda ese lugar. La nostalgia es una oración sin punto final, luego del punto y coma queda el renglón en blanco como esperando que lo escriban