¿Por qué no la encuentro?
Sé que aborrece el día, y por ello me mantuve despierta, para habitar la noche. Pero no estaba allí… Me lo contaron las sombras. Quizás buscase el refugio del sacrificio, y me sacrifiqué hasta inmolarme, pero jamás la vi. Sospeché que habitaba la soledad, y fui hacia ella… Me perdí, entre tantos solos, pero no la encontré. Tal vez, estaba junto a mí, pero tan cerca, que no la podía ver. Subí a la gran montaña, y desde su cumbre sostuve la mirada, pero no la vi. Me quedé, a la orilla de cualquier camino, por si acertaba a pasar… Aún sigo así, callada, para escuchar sus pasos, pero no llega, y temo que jamás llegará. De todos modos no me moveré… ¡Oh Inspiración, siempre tan lejana y esquiva, no tardes más o deberás crecer entre la piedra!