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¿El tiempo pasa?

Algunos afirman que el tiempo es circular (y  parezco una profesora de filosofía, de esas que ya no están, de las que aburrían porque creían saberlo todo, cuando se quedaron con lo poco que pudieron leer veinte años atrás). Parece que todo pasa, pero no.  "Pero estás igualita" me dicen por ahí. ¿Igualita a quién? me pregunto sin preguntar. "La misma loca de siempre, la que nos hace reír a todos" Sé que no es así, no puede ser así. Sería mejor que no fuese así. Prefiero ser la de ahora... ¿Es que no he cambiado? Para los demás, parece que no. ¿Serán quizás máscaras, que por viejas, se resisten a caer?  Escucho a la "extrañable" Negra quien me dice que el tiempo sí, pasa y pasa.

A los héroes desconocidos

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¿Y cómo hace aquel que se levanta un lunes sabiendo que nada le queda por descubrir? A ese héroe que vemos transitar lunes a lunes, callado, cabizbajo. Ese que no se atreve pensar "¿Hasta cuándo debo seguir tirando del carro?" Ese héroe sin nombre que de alguna manera no se permite confesar su derrota. El que ama y sabe que ese amor vale todo, y que aunque no alcance, le sobran fuerzas para aportarle la magia, el silencio, las palabras y su compromiso de no aflojar, porque no puede, no debe, no quiere.  Que el mundo es una porquería dicen sus compañeros de oficina. Que el patrón no les pagó el viernes,  escucha a su compañero en un andamio. Que ya no hay harina para seguir adelante con la panadería, en este país, el cual pasó de ser el Granero del Mundo a importar trigo... De lunes a lunes, de guardapolvos y falta de tizas, en la era de una educación "online". Maestras que sonríen y ayudan a sus niños a descubrir la alegría. Enfermeros y médicos que no tienen

Mandalas y tu presencia

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Algo viene a mí. Conocido, presagiado.  No deja que me recueste sobre mi sombra.  Hace que confiese la hora de mi primer dolor, ese que parió los otros dolores. Los que olvidé, preferí el viento y las palabras que no saben de horas, del tiempo temblando dentro del mismo círculo o de crisantemos marchitos. Puede ser que el 2014 esté escribiendo su lápida. Pero no me importa. Con tu  presencia, tejo mandalas en las cuales anudo siglos de  vida sin miedo, delirios y olvido.  Y Juan Rizzo enaltece mi entrada de esta manera:       Centinelas Su aguja anuda mandalas de colores que incendian penas.

Manitos mariposas

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“Érase una vez el fuego derribando al miedo” La niña me abraza con cuidado. “La noche  huyendo de las palabras”  La niña se aferra al cuento, abre sus manitos mariposas y me regala con su vuelo, el cielo.

Cae una estrella

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Alicia y el Conejo Blanco

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Azucenas en el cielo

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