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Sentir

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El niño y los jazmines

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Salgo a comprar un ramo de jazmines, pero ya no quedan. Me ofrecen rosas, lo cotidiano.  A diciembre le van bien los jazmines.  El dueño de la florería me mira como pensando "otra loca". No le presto atención a su mirada. Al parecer, está acostumbrado a las señoras y señores intoxicados por lo cotidiano y los prefiere. Ya tiene el ramo preparado para ellos y también la tarjeta escrita.  Hay un niño pequeño que ofrece estampitas en una esquina, en espera de una moneda. Todos le rehuyen. Esa manera de otorgarle invisibilidad que tienen algunos cuando no quieren ver algo... Me ofrece y le doy lo que espera. Su sonrisa es dulce y blanca como un gran ramo de jazmines.  Se lo digo.  Él sí me comprende.  Me pregunta si le compro un helado así el ramo es más grande. Río, celebro su travesura. Vamos los dos a cumplir su deseo, que al final también es mi deseo. Regreso a caso con alegría, sin jazmines pero con el dulce   recuerdo  de un niño bello que reparte estampitas en un es

Ilusión

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Diciembre y el ángel

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Mirar al costado

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Para fin de mes, ella le pidió  a su hermano que la ayudase, porque no tenía para comprarle los remedios a su madre. Él le respondió que no podía, porque había aprendido a mirar adelante, a luchar por lo que vendrá y que en ese momento tenía la boda de su hija mayor, la cual le exigió todo el dinero disponible. Pasaron diez años y ella volvió a pedirle que la ayudara a pagar el cajón de su madre, pero justo él tenía un problema con su nieta que lo había dejado "seco". Con todo el dolor del alma, ella enterró a su madre en una fosa común, de esas que la municipalidad tiene para los indigentes. Quince años más y él golpeó su puerta. Le asombró verlo tan viejo y deprimido. Necesitaba alguien que lo cuidase, pues sus hijos y sus nietos se habían ido a vivir a otro país. Siguieron su escuela, eso de mirar adelante... Lo abandonaron con una enfermedad terminal. Ella, que además de mirar hacia atrás y hacia delante sabía mirar al costado, le abrió la puerta y lo abrazó. 

Tu regreso

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Regresas de la tarde. Diría que tu paso es imperceptible como de fantasma, o de sombras. No respiro. Hasta los gorriones interrumpieron sus saltitos inquietos. Te observan. Me observan. La casa se llena de recuerdos. Esperé tu llegada. Antes, en otro tiempo. Ahora mi mundo está hecho de estremecimientos y risas de los cuales, ya no eres su dueño. De regreso a casa.  C arlos Alberto Losada Reyna . 

Besos brevas

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